Capitulo decimo

MIS INICIOS EN EL CAMPO DE LA MODA

La empresa de confección, que trabajaba mi madre, hacia pases de modelos en las ferias de moda, en Bruselas y en otras ciudades.

En el edificio de la fábrica, también tenían las oficinas y salones reservados para hacer pases individuales, a los clientes que solían visitar la fabrica directamente, cuando tenían que hacer encargos y compras.

Estos salones se encontraban a un lado del edificio y al otro extremo, es donde tenían el taller y las oficinas.

En una ocasión que estábamos comiendo mi madre y yo, en el comedor del taller, se presento madame Hermans, que era la dueña de la empresa y me invito a acompañarla a uno de los despachos para hablar conmigo.

La acompañe algo extrañada, me pidió que me probara algunos de los vestidos que tenían para el muestrario.

Me los probé y me quedaban perfectos, me pasó a uno de los salones en los que había unos clientes y sin más me dijo que diera unas vueltecitas y así lo hice, luego me volvió a decir que me cambiara y me pusiera unos cuantos vestidos más y unos paseítos y vueltecitas.

Unos días después, volvió a llamarme para hablar conmigo y me convenció para que me viniera a trabajar con ellos en la empresa, como ofíciala de modista, ganaría mucho más que estaba ganando en la peluquería.

Acepte encantada, ese mundillo me resultaba muy interesante, aunque a mi madre no la gustaba demasiado la idea, como siempre.

Me despedí con mucha pena de los peluqueros y les explique lo que me había ocurrido, me dieron la razón y quedamos muy amigos, como años después me demostraron que realmente me seguían apreciando.

A los pocos días estaba instalada en una máquina de coser súper industrial y moderna, sentada frente a mi madre y Matilde.

En pocos días mi madre me enseño a coser en ese tipo de maquinas industriales y también como confeccionar un vestido de alta costura cortado para confección, sin hilvanar ni poner alfileres y en pocos días ya estaba totalmente al día como cualquier compañera de producción.

Naturalmente el sueldo estaba compensado con el aprendizaje y los pases de la ropa y así ganábamos todos.

Mi madre se dedicaba únicamente a confeccionar los nuevos modelos, que diseñaban y cortaban para las nuevas colecciones.

De cuando en cuando me llamaban para ponerme y probarme alguno de los nuevos modelos y ver si había algún fallo, me pasaba muchas horas de pie, subida en una mesa, la jefa, la diseñadora, la cortadora y mi madre poniéndome alfileres por todos los sitios.

También me llevaban a un saloncito, donde había unos señores sentados y la secretaria me pasaba vestidos que yo me ponía rápidamente y salía del cambiador a darme unos paseítos y unas vueltecitas, en plan mona.

Me llevaron a las ferias de modas, donde me pasaba los días, poniéndome y quitándome vestiditos, con otras modelos profesionales de la pasarela, aunque yo nunca fui a otra ciudad, fue una de las condiciones que puso mi madre a la jefa, siempre tenía que ir y volver en el día y dormir en casa.

El coche y el chofer de la jefa.

Ahora tenía contacto diario con Matilde y podíamos planear y salir más a menudo.

Había algunas discotecas para la juventud que se podía entrar a partir de los dieciséis años, y sin comentar nada a los padres, solíamos ir algunas veces Matilde y yo, aunque cuando nos preguntaban, respondíamos siempre que íbamos al cine o a pasear.

Un día de los que fuimos a un club llamado “Le Coussan”, que se encontraba en el primer piso de un edificio de la “Gran Place”. Era una de las discotecas más modernas del momento, conocimos a dos chicos Franceses que estaban estudiando en Bruselas, en la facultad de medicina, estarían varios años haciendo prácticas de una especialidad.

La familia de uno de ellos tenía una clínica en Paris, y los dos trabajarían allí, cuando terminaran el doctorado, nos comentaron que estarían en Bruselas tres o cuatro años y nos pareció fenomenal a las dos.

Ensayando bailes del momento con Matilde

Llevábamos saliendo un par de meses con ellos y lo pasábamos muy bien los cuatro, a las familias procurábamos no darles demasiada información, yo no me fiaba demasiado de mi madre en ese aspecto, pero creo que Matilde ponía a su familia al corriente de todo y estaban de lo más ilusionados con el chico, de lo cual informaban perfectamente a mis padres, en la primera ocasión.

Con motivo de una fiesta Española, se celebro una cena baile en una sala de fiestas a la que pensaba asistir con mis padres, en esta ocasión, no vendría Matilde.

Al enterarse mi acompañante, se empeño en asistir y conocer a mí familia, se lo comente a mis padres y les encanto que viniera, así le conocerían de una vez, cosa que me extraño un poco, conociendo su manera de pensar, con respecto a los noviazgos en el extranjero, aun así me arriesgue.

Nosotros llegamos un poco antes que él y nos sentamos en una mesa, desde la cual podía ver perfectamente la puerta de entrada, para localizarle cuando llegara, pues había muchísima gente.

Al cabo de un rato, él apareció en la puerta muy elegante con un traje en azul marino, corbata y demás, no tenía nada que ver con el estilo español que dominaba en la sala de fiestas, con lo que mucha gente se le quedo mirando.

Comente a mis padres que había llegado y quien era. La reacción de mi padre fue automática y dijo; “pero si es como Juan Centellas” (famoso héroe de los cómics de aquella época).

Media más de metro noventa, ojos azulísimos, espaldas muy anchas, pelo muy rubio y bastante largo, pero sin ser melena, bueno como Centellas.

La noche transcurrió perfectamente y muy amena, pero a partir de ese momento mi padre le llamaba Juan, en plan de guasa; de hecho yo nunca he recordado su verdadero nombre, se quedo con Juan.

Yo me solía enfadar con mi padre, cuando hacia estos comentarios, pero con ellos consiguió su idea, que era desilusionarme con el, cuando paseábamos y la gente se nos quedaba mirando, yo creía que era por su parecido al Centellas, pero creo que era por qué hacíamos muy buena pareja.

Como era de suponer, pocos días después, corte mi relación con Juan Centellas, para alegría de mis padres.

No entendía nada el pobre chico, decía que le habían caído muy bien mis padres y tenía intención de presentarme a los suyos que pronto vendrían unos días a Bruselas, le di un gran disgusto.

En lo sucesivo, no quise echarme ningún novio que no fuera español y como allí, yo no conocía a ninguno que me gustara, estaba deseando de volver a España.

Matilde siguió viendo al compañero, pero yo tenía la impresión de que no duraría mucho, porque nunca había dicho nada de conocer a su familia y como yo pensaba la relación, duro poco tiempo más

Unos días después dejo de venir a buscarla, y cuando le llamo por teléfono cortó con ella.

Se inflo a llorar y se enfado muchísimo conmigo durante mucho tiempo, estuvo sin dirigirme la palabra.

Con mis padres en el Opel

Hacía varios meses que habíamos cambiado de coche, ahora teníamos un precioso Opel Record, era mucho más grande y muy bonito.

Estábamos deseando de venir a España de vacaciones, sería un viaje más cómodo, teniendo en cuenta que era casi de dos días el viaje.

A últimos del mes de Julio unas semanas antes de las vacaciones, mi padre se encontró mal, fuimos al médico y le ingresaron en un Hospital, era un cólico muy fuerte al riñón.

Le ponían muchos calmantes pero no se le pasaba del todo. Veíamos que no podríamos venir de vacaciones, como teníamos planeado.

Cuando se empezó a encontrar mejor, le mandaron para casa, consultamos al médico lo de las vacaciones y nos explico, que si queríamos salir de viaje, tendría que empezar a beber mucha cantidad de agua, unos tres o cuatro litros al día, durante unos días y así lo empezó a hacer.

Se lo comentamos a madame Hermans, y nos dijo que no nos quedaríamos sin vacaciones y ofreció dejarnos una casa que ellos tenían, en la playa cerca de Amberes, ya que ellos se marchaban a Londres y no la pensaban utilizar. No aceptamos nos pareció demasiado abuso.

Mi padre seguía bebiendo mucha agua y cada vez se encontraba mejor, hasta el punto de empezar a planear de nuevo el viaje, que teníamos medio suspendido.

Unos días después ya estábamos de vacaciones, pero aun seguíamos en casa, esperando que mi padre estuviera bien del todo, ya que el viaje era muy largo y solo conducía él.

Llamaron a la puerta, abrimos y era el chofer de la empresa que nos traía las llaves de la casa de los jefes y una nota con la dirección, por supuesto lo rechazamos de nuevo, pero siempre se lo agradecimos muchísimo.

El viaje lo hicimos un poco preocupados pero llegamos bien, teniendo en cuenta que de Bruselas a Madrid hay casi dos mil kilómetros.

Yo tenía el carnet de conducir, pero era de estos que te daban en Bélgica, cuando cumplías los dieciséis años, y solo tienes que ir a una ventanilla con cuatro fotos, la carte d´identite, y al rato te entregan el carnet, como si fuera, la entrada del cine, ni siquiera te preguntan si sabes conducir o no, pero a partir de esa fecha y en esas vacaciones mi padre empezó a enseñarme a conducir.

El mes de vacaciones transcurrió sin más problemas y de vuelta para Bruselas de nuevo.

Mi madre solía copiar y hacerme en casa algunos de los modelitos del taller y cuando iba de vacaciones casi tenia uno para cada día.

A veces con su empeño de terminarlos para que los estrenara, el fin de semana, se quedaba por la noche hasta muy tarde cosiendo.

Una noche se quedo dormida unos segundos y se cosió un dedo, como es natural se rompió la aguja.

Ante el miedo de que la hubiera quedado un trocito de aguja dentro de la herida, decidió lo siguiente: por la mañana y sin decir nada a nadie, se fue al taller de costura como siempre y después de llevar un rato cosiendo, disimuladamente rompió un trocito muy pequeño de la aguja de la maquina que estaba cosiendo y lo tiro a la basura, se apretó el dedo hasta que de nuevo le salía sangre y dando un fuerte grito, alerto que se había cosido el dedo.

Todos de culo y buscando los trozos de aguja, para ver si faltaba un trozo, cuando comprobaron que no estaba completa, decidieron llevarla a urgencias para que la miraran bien, que era lo que ella en el fondo quería conseguir.

Lo hizo tan bien que hasta parecía que se mareaba y todo.

Para que yo no metiera la pata, no me había comentado nada y de verla sufrir me puse a llorar y unos la atendían a ella y otros me consolaban a mí, que también estaba casi mareada de ver la sangre.

La hicieron radiografías y no tenía ningún trozo dentro, la dieron de baja una semana, pero ella del médico se fue a trabajar directamente, para sorpresa de todos.

Aunque la jefa y todos insistían que se fuera a casa unos días, no falto al trabajo ni un solo día, como era lo normal, en el fondo solo quería que la hicieran una radiografia.

Unos meses después, también se cosió el dedo Matilde, pero ella si fue en el taller, también la llevaron a urgencias, la hicieron placas, curaron y dieron de baja también una semana, como a mi madre, pero ella, sí quería quedarse en casa, cosa que la jefa no la permitió y le dijo; que si mi madre no se había quedado en casa, ella tampoco se quedaría. Se puso a llorar muchísimo y muy enfadado con todo el mundo.

Esto sumado a lo del novio, aumento su enfado con nosotras. Tardo mucho en perdonarnos y en hablarnos de nuevo.

Su familia también se mostró muy rara hasta el punto que no volvimos a vernos, nunca más.

Fue una pena, porque las amistades cuando estás en el extranjero hay que cuidarlas aun más.

Además con estos problemas, yo perdí mi profesor de francés y mecanografía, que era el abuelo de Matilde.

Con mis padres y Matilde en el atomium

Seguíamos yendo al Centro Español García Lorca y un día conocimos un chico asturiano muy simpático.

Nos comento en una ocasión, que le gustaba mucho dibujar y se empeño en hacerme un retrato a pastel, yo pasaba bastante de el, me parecía demasiado simplón, pero al parecer estaba muy enamorado de mí, según decían mis padres y a mis padres les caía muy bien.

Le invitaron a tomar café un día en mi casa, para que eligiera una foto adecuada para hacerme el retrato.

Vino un domingo después de comer, a tomar café y a buscar la foto en cuestión, con pastelitos y todo, un ratito después, yo no lo podía soportar, ni me gustaron sus pastelitos, ni su conversación y me marche con la excusa de que había quedado, con una compañera de trabajo y deje a mis padres con morros y mala cara, pero me fui.

Al domingo siguiente lo mismo, al parecer mis padres le volvieron a invitar y también los pastelitos y al otro también, así tres o cuatro domingos más, hasta que nos trajo el dibujo, y ya no vino más a traer pasteles, pero no nos cobro nada por el dibujo.

Llevaba un tiempo que no me encontraba bien y de vez en cuando me daban mareos tipo lipotimias.

Fuimos a la consulta del doctor Roufart y después de hacerme bastantes pruebas médicas, solo me encontraron debilidad y falta de vitaminas, sobre todo de la vitamina del sol.

Me dieron la baja y mandaron a tomar el sol en España durante tres meses, pagados por la seguridad social.

La idea me pareció fantástica y lo haría encantada. Organizamos rápidamente el viaje y solo faltaba decidir donde iría de vacaciones tres meses, enseguida decidimos donde y lo preparamos todo.