Capitulo undécimo

RECUPERANDOME EN PORT BOU

En Port Bou, con Marisol, Pitusa y una amiga

Para recuperarme decidimos que me viniera a España y me vine en tren a casa de mi tía Pepita, en Port- Bou.

Era principio de verano y fue un verano increíble, en ese año tenia diecisiete años y muchas ganas de divertirme.

Pasaba casi todo el día en la playa, como me habían dicho los médicos y por la tarde, después de la siesta, paseando con mi prima Marisol.

Ligábamos lo que queríamos, nos perseguían los chicos por todos los sitios, y mi primo José Miguel vigilándonos por todas las esquinas y diciéndoselo a mi tía Pepita.

En casa de mi tía Pepita en Port Bou.

Después de pasar tres meses prácticamente en la playa, cuando mis padres llegaron de vacaciones a recogerme, mi madre dio un grito de susto de lo morena que estaba parecía una mulata.

Pasaron ellos también unos días en casa de tía Pepita, como hacíamos siempre cuando veníamos de vacaciones, antes de seguir hacia Madrid y como casi siempre también coincidieron algunos de mis tíos, que también venían de vacaciones y de paso hacia Alcalá de Henares.

Port Bou estaba a la mitad del camino y siempre parábamos todos a pasar un par de días muy agradables y de paso descansar del largo viaje para hacerlo en dos etapas.

Los tíos tenían un piso en el centro del pueblo, estaba casi enfrente de la playa, era un piso muy grande y muy bonito en el cual aparte de la vivienda con varias habitaciones, tenía mi tío Miguel la sala de espera, la consulta de practicante y podólogo. Al ser el único profesional que había en el pueblo y además muy atento con los pacientes, tenía muchísima clientela.

En el paseo de la playa había unas terrazas frente al mar, que en verano por la tarde y noche a la fresca no tenían precio, casi todas las noches de verano hacían baile y eso ya era lo más.

En ese año no fuimos directamente a Alcalá, nos fuimos hacia Valencia.

Con los ahorros mis padres habían decidido comprar un piso en el Perellonet, nos gustaba mucho el poder tener un piso en la playa y no tener que dar la lata todos los años a la tía Pepita y su familia.

Además en Alcalá tampoco teníamos un sitio para poder venir de vacaciones y estar cómodos, durante los días que pasábamos en España.

La familia de Matilde siempre nos contaba maravillas de Valencia. Fuimos a pasar unos días por aquella zona de la Albufera y al final compramos un piso, en el Perellonet

En pocos días lo amueblamos en una de esas empresas que lo amueblan entero y lo dejaron bastante bien, teniendo en cuenta que era para alquilar, gran parte del año, todos los meses que nosotros estuviéramos en Belgica.

Pasamos uno días allí, mientras lo terminaron de amueblar y fuimos a visitar a mi tía Rosa que aunque vivía en Madrid tenía un piso en Valencia para ir de vacaciones. La agencia que nos lo vendió, se ocuparía de alquilarlo casi todo el año y nosotros también pasaríamos unos días cuando viniéramos en verano

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Mi madre en el salón del piso del Perellonet

Poco tiempo después vinieron a visitarnos, pasar unos días y conocer Bélgica algunos de mis tíos de Alcalá.

Cada vez que salía era con mis padres y ya tenía diecisiete años, después de la libertad que había tenido en España, me agobiaba mucho ir siempre con ellos a todos los sitios, pero la verdad es que tampoco quería tener ninguna amiga Belga.

Las chicas Belgas solían dividirse según sus principios y se comportaban de dos maneras muy distintas: las Bruseluas, que son las que hablan en Francés, solían tener trabajos de dependientas y oficinistas, tenían une mentalidad muy abierta, a los dos días de salir con un chico se iban de fin de semana juntos tranquilamente y sin problemas con la familia

Con mis padres, tía Pepita y tía Maruja en la Gran Place

Las Flamanas, tenían una mentalidad más del tipo Español, más recatadas y puritanas, solían trabajar en talleres o fabricas y a estas no las entendía nada, por eso nunca pude hacerme amiga de ellas.

En aquel año también vinieron a visitarnos, mi abuela paterna Dionisia, tíos y primos de Madrid a pasar unos días de vacaciones a Bruselas. Para entonces mi abuelo Antonio ya había fallecido y mi abuela vivía en casa de mi tía Amparito.

Teniendo en cuenta que mis padres tenían la intención de venirse a España en pocos años, eran muy severos con mis acompañantes y la situación cada día era monótona y aburrida.

Ya no me gustaba nada ir al centro García Lorca, tampoco había vuelto a salir los Domingos con Matilde, no podía salir sola a ningún sitio, para la mentalidad de mis padres, todo lo que no fuera español, era peligroso y demasiado liberal, frecuentemente tenia discusiones con mi madre.

Mis padres, abuela Dionisia, tíos y primos

No les gustaba nada ir al cine, algunas veces solíamos ir a una discoteca los tres, pero cuando empezaba a llenarse y a tener ambiente, es cuando ellos ya tenían ganas de marcharse.

Recuerdo los comentarios que mi madre me hacía, referente a los chicos que me sacaban a bailar, uno demasiado mayor de edad y con cara de fresco, otro con pinta de pelado, otro demasiado bajito y poquita cosa, recuerdo en una ocasión que de pronto apareció un chico a sacarme a bailar y con el chico a mi lado, ella me dijo no bailes con este pequeñajo, creyendo que sería belga y no la entendería, yo me levante y fui a bailar con él, enseguida me comento el chico en un español perfecto ¿ qué pasa con tu madre, que solo te deja bailar con chicos a partir de una altura? me sentí fatal, cuando me senté y se lo comente , no la importo en absoluto, pero a mí se me quitaron las pocas ganas que tenia de volver a las discotecas con ellos.

La situación cada día era más tensa con mis padres, solo salíamos para ir al taller de costura durante la semana y los fines de semana a pasear por algún parque.

Después de haber estado los meses de vacaciones sola en España en casa de la familia.

Un día tome la decisión de quedarme en casa de los abuelos de Alcalá, en el próximo viaje que hiciéramos de vacaciones, se lo comente a mis padres pensando que sería otro motivo para otra bronca, pero me equivoque.

Como en el fondo ellos tenían miedo, que me echara un novio de la zona y no quisiera volver a España, aceptaron la idea y empezamos a preparar mi vuelta definitiva con todos mis trastos y mis trapos.