Capitulo decimocuarto

TRABAJANDO EN MADRID

El encontrar trabajo en Madrid, me estaba resultando más difícil siendo española, que en Bruselas siendo extranjera.Durante la semana seguía yendo a Madrid a casa de la tía Amparito, en ocasiones tenía alguna entrevista y ellos que tenían teléfono me cogían los recados.

Las relaciones con Andrés seguían bien, solía ir los fines de semana a Alcalá, que normalmente era cuando él podía salir por la tarde y después de dar unos paseos nos sentábamos en algún sitio a tomar algo y charlar un ratito y comer pipas.

Procuraba encajar con cara de curiosidad las palizas que me pegaba, explicándome la teoría de las asignaturas que tenía en esos momentos, las más intensas y asiduas eran las de televisión, que al parecer eran las que más le gustaban.

Solíamos ir muy a menudo a las Cuadras de Rocinante y recuerdo que en muchas ocasiones con la poca luz que había y el murmullo de sus explicaciones me costaba mucho, no dormirme.

Un día en el mismo entorno de las Cuadras, se puso muy serio y me dijo; después de observar, que aguantas estoicamente las clases de televisión, he decidido salir en serio contigo; claro está en el tiempo que me quede libre después de estudiar, ir a clase, entrenar, arbitrar partidos de Baloncesto y asistir a los campeonatos de atletismo a los que sea convocado. Que solían ser casi todos los fines de semana. Al final de toda la lista estaba yo.

Andrés a la salida de una carrera de 400 m. Vallas.

Era un deportista muy completo, hacia salto de altura, 50, 110, 200 y 400 metros vallas y algunas pruebas más. En algunas llego a ser campeón de España.

Recuerdo en una ocasión, que me invito para que le acompañara un domingo a Madrid, porque le entregaban, en el estadio del Vallehermoso un trofeo al mejor deportista de año.

Andrés entrenando paso de valla

Para entonces yo me encontraba en Alcalá y mis abuelos no estaban de acuerdo de que fuera con él a Madrid. Al final los convencí y cogí el autobús y me presente en el estadio.

Pregunte por él y me dijeron sus compañeros, que al no poder ir yo se había marchado para Alcalá para pasar el Domingo conmigo, y nos cruzamos por el camino.

Me comentaron los compañeros que al terminar unas pruebas de atletismo le llamarían para entregarle el trofeo y al no estar él, ellos lo recogerían y luego yo se lo llevaría, así lo hice, estuve viendo las pruebas y luego me entregaron la copa que le dieron. Fue muy emocionante.

Mientras él fue a buscarme a casa de los abuelos y ellos le explicaron que me había marchado a Madrid para buscarlo y se fue a la parada del autobús a esperar que volviera, aunque no se esperaba que lo hiciera con su trofeo.

A partir de entonces procuraba poder ir a los campeonatos y competiciones que participaba, en las que casi siempre quedaba primero.

Mi primo Enrique hijo de la tía Amparito, le gustaba mucho también el deporte y empezó a ir con él a entrenar a las pistas de Vallehermoso que era donde solía entrenar Andrés

Seguía con mis viajes a Madrid para buscar trabajo.

Fui a montones de entrevistas, pero realmente tenía poca experiencia, para algunos trabajos y pocos estudios para otros, como por ejemplo de secretaria, era muy lenta con la taquimecanografía, aunque había practicado mucho en casa, pero no era suficiente, además creo que tenía menos faltas de ortografía en francés que en español.

Hice también pruebas en un par de peluquerías. Tampoco me contrataron, no tenía demasiada experiencia ya que lo mío eran las pelucas y los postizos, como ofíciala no tenía nivel y tenía que entrar como aprendiza y empezar lavando cabezas.

Los talleres de costura no me gustaban, no tenían nada que ver con los de Bruselas y no quería entrar en ese campo.

Un día en el periódico, encontré un anuncio que tuve que leer un par de veces, para creérmelo, aun recuerdo el titular “Pelucas y postizos Villamor, busca peluquera C/ Claudio Coello, 125” enseguida supe que lo habían puesto para mí.

Primero me recibió una secretaria, después de algunas preguntas, me dejo esperando y fue a buscar a la directora Nuria González Arnau, la cual entro directamente haciéndome la entrevista en Francés.

Me encontraba como pez en el agua, teniendo en cuenta que en Bruselas pasaba casi todo el día hablando en francés y así durante nueve años.

Seguidamente comencé a explicar todas mis experiencias en las pelucas y postizos, como su limpieza, montaje y demás, cada vez habría los ojos más grandes; pero cuando le empecé a explicar lo que sabía sobre los bisoñés, se levanto y fue a llamar al dueño, Jesús Villamor. Este ya no dominaba tanto el francés y pasamos al castellano.

Me explico que ellos estaban iniciándose en las piezas para caballeros, y estaban muy en contacto con los dueños de la fábrica que yo había trabajado en Bruselas y de la cual les estaba dando un montón de datos, ellos tenían previsto muy pronto hacer un viaje a esa empresa, para especializarse con este tema.

Sobra decir que al día siguiente ya estaba trabajando. Con enchufe directo de la directora y del dueño.

Era una fábrica de pelucas mucho más pequeña que la de Bruselas y un poco más atrasada en las instalaciones, pero empezaba a estar muy de moda, se habían introducido en el Corte Ingles, con stand de demostraciones y servicio a otras peluquerías, de la zona de Serrano y querían ampliar montando otra fábrica más grande en otra zona a las afueras de Madrid.

En la peluquería éramos tres peluqueras, Pili, Marisol y yo.

Pili era la más antigua en la empresa, tenía unos veintiocho años y llevaba casi cinco trabajando, con lo que tenía la exclusiva de las mejores clientas y las que más propinas dejaban, cosa que a Marisol la llevaban los demonios.

Teníamos poco tiempo para comer, y solíamos comer en el trabajo.

Yo solía llevarme algo de comer de casa de los tíos y ellas solían comer en un comedor o casa de comidas.

Pili solía beber un poco de vino más de la cuenta en las comidas y por la tarde cuando hablaba no se la entendía demasiado, decía muchas tonterías y muy deprisa, además casi siempre estaba fumando, o con el cigarro encendido en un lado de la boca.

Todo lo que tenia de impresentable, lo tenia de buena peluquera, por eso no la despedían.

Marisol era todo lo contrario. La típica niña bien de Serrano, que aunque no vivía allí llevaba mucho tiempo trabajando en la zona, antes de las pelucas trabajaba en Caritas de Serrano.

Tenía una melena rubia muy larga y cuidada, además era delgadísima y muy estilosa.

Unos meses después empezamos a organizar, la pequeña peluquería, privadísima y reservada para atender a los señores.

En España en esos años había mucho reparo en los caballeros, para ponerse apliques postizos, hubo que hacer mucha publicidad y dar mucha información previa, antes de que al fin nos empezaran a hacer los encargos.

Dada mi experiencia, desde un principio yo era la única que me ocupaba de este tema, aunque también seguía atendiendo, algunas clientas que ya tenía de pelucas.

La empresa tenía una responsable y delegada de ventas para el suministro al Corte Inglés.

Se llamaba Josefina, de unos treinta años, con mucha personalidad, muy buena profesional y muy elegante, tenía mucha autoridad en la empresa, ya que trataba directamente con los responsables de compras y directores de todos los centros del Corte Inglés.

Un día para mi sorpresa, me llamo a su despacho para hablar conmigo, y me explico que se iba, a inaugurar un nuevo centro en Bilbao y quería que yo la acompañara para poner en marcha el stand de pelucas.

Las peluqueras y personal del stand, eran contratadas y con el sueldo de Villamor yo elegiría las dos peluqueras que serian las responsables del stand.

Estaríamos aproximadamente en Bilbao dos semanas. Se lo comente con mis tíos, y unos días después salíamos en su coche de viaje.

Nos instalamos en el Hotel Avenida, a la entrada de la ciudad, un poco alejado del centro pero era el mejor que había entonces en Bilbao.

Pasábamos el día trabajando, en el comercio hasta bastante tarde preparando todo para la inauguración, cuando salíamos nos dábamos un paseo, cenábamos y al hotel.

Así lo hicimos hasta el domingo, que desde por la mañana, nos fuimos a conocer Santurce, después de algunos paseos y comer por allí, regresamos a Bilbao. Fuimos a cenar por el centro y luego a tomar algo a un tipo de disco-bar donde ligamos con dos solitarios como nosotras. Bailamos y hablamos mucho.

Eran dos ingenieros que estaban con los proyectos de la autopista, y también se alojaban en el mismo hotel.

Regresamos juntos y allí seguimos charlando. A las dos o las tres de la madrugada, que yo me disculpe y me marche para la cama.

Al día siguiente me desperté y en la cama de Josefina no había dormido nadie, muy extrañada me duche y vestí para bajar a preguntar. Cuando estaba terminando de arreglarme, llamaron fuertemente a la puerta, cuando abrí encontré a Josefina, con cara de cansada y no muy contenta, ni risueña.

La noche anterior cuando cerré la puerta, deje la llave puesta en la cerradura por dentro y no había podido abrir en toda la noche, me habían llamado por teléfono varias veces y no me desperté, también llamaron a la puerta que estaba tapizada por dentro y apenas sonaba.

Al parecer la estuvo acompañando toda la noche uno de los ingenieros, el que se llamaba Benatof.

Hicieron muy buena amistad, quedamos para cenar un par de días más con nosotras y nos reímos mucho recordando lo que había ocurrido.

Terminamos nuestro trabajo y volvimos a Madrid.

Un año después Josefina se caso con Benatof y unos meses después tuvieron una preciosa niña, como su madre.

Mi jefe Jesús Villamor, como afición era jugador de billar y en varias ocasiones fue campeón de España y salía muchas veces en televisión.

Un día me comento que iba de viaje a Bruselas, para entrevistarse con mis antiguos jefes de la fábrica de pelucas, para cambiar experiencias profesionales, también me dijo que si quería mandar algo para mis padres.

Acepte ya que seguían viviendo enfrente, de la fábrica. Le prepare un paquetito con unas cositas y una cartita, le di la dirección de mis padres y a ellos les llame por teléfono, para comentárselo.

Cuando regresó a la semana siguiente, me llamó para hablar conmigo y darme una muy buena noticia, me dijo que después de hablar con mis padres, había contratado a mi padre, para que llevara la nueva fábrica que estaban montando a la entrada de Madrid.

Les había dado un tiempo para desmontar el piso, despedirse de los trabajos que tenían y hacer la mudanza.

Me lo estaba contando mientras yo lloraba de alegría, y diciéndole en un par de ocasiones, que me lo jurara puesto que no me lo creía y él me dijo,

Carantoñas y mimitos a Andrés

Mejor será que los llames y te lo explicaran ellos mismos. Así lo hice y me lo confirmaron.Antes de venir se cambiaron de coche y compraron un Opel Record Caravana, con muy poquitos kilómetros, estaba casi nuevo, era enorme y le trajeron llenísimo de cosas.Era normal después de casi diez años viviendo allí, que tuviéramos tantos trastos acumulados.

Para esas fechas el tío Tomas había terminado el edificio, de la Era Honda y nos vino fenomenal para vivir allí. Los tíos también vivían allí, en el primer piso y volvimos a ser vecinos.Para entonces Tómasete tenía unos tres años.

Mi madre, el tío Tomas, la tía Maruja y Tomasete

Solíamos pasar muchos momentos agradables con ellos, las celebraciones y cumpleaños, de nuevo serian en familia, con mis padres solos, solía ser un rollo, además siempre me he llevado muy bien con mi tía Maruja, en ocasiones tenía más confianza con ella que con mi madre.

También decidieron vender el piso de Valencia, realmente no podíamos ir casi nunca, lo vendieron enseguida, recuperamos el dinero para pagar el piso de los tíos y nos trajimos todos los muebles para amueblarlo.

El piso tenía un salón muy grande y allí pusieron otra vez una peluquería de señoras para mi madre, mi padre y yo íbamos a trabajar a Villamor, él en la fábrica y yo en la peluquería.

Al poco tiempo de instalarnos en Alcalá, y estar viajando a Madrid a trabajar, se estropeo el motor del Opel, al no poder desplazarnos con él al trabajo, yo me volví a quedar en casa de la tía Amparito durante la semana y mi padre iba y venía en autobús.

Dado el dineral que nos costaba la reparación, mi padre decidió arreglarlo él solo.

Pidió permiso al tío Tomas para hacerlo en el local que tenían debajo del edificio que habían hecho y que en esos momentos estaba vacío.

Con el permiso del tío metió el coche, instalo con madera, cuerdas y cadenas una grúa para poder sacar el motor, que era enorme, desmonto el motor y fue colocando todas las piezas y tornillos a lo largo de la pared, con cartelitos de donde era la pieza y para que serbia.

Había muchos curiosos pendientes de que pasaría y si volvería a funcionar el coche de nuevo, entre ellos Andrés, que era uno de los que lo dudaban.

Al cabo de bastantes horas trabajando en él y arreglar lo que creía que estaba estropeado.

Termino de volver a montar el motor, intento arrancarlo y no lo consiguió, al parecer había conectado algún cable mal, lo volvió a conectar todo y probó arrancarlo de nuevo y arranco perfectamente, para la admiración de muchos que lo dudaban.

De nuevo el verano y en Agosto eran las fiestas de Alcalá, hable con Calleja, para ver si había sitio en las carrozas y me dijo que ese año iría de reina del Sol, que era el nombre de la carroza en la que iría aquel año y de nuevo me pasearon en carroza por el pueblo.

Aunque ese año no me lo pase tan fenomenal como el año anterior que fui con Maribel, pues no conocía a nadie de las demás chicas de la carroza, y apenas hablamos.

De reina de la carroza del sol, en fiestas de Alcalá

Mi vida sentimental seguía tranquila con Andrés, nos veíamos poco y de tarde en tarde, era lo normal, teniendo en cuenta que seguía a la cola de la lista de sus prioridades y responsabilidades.

Sus ingresos eran muy limitados, no quería que sus padres le mandaran dinero y tampoco lo hacían.

Los ingresos solían venir de los partidos de baloncesto que arbitraba, yo procuraba pagar en la mayoría de las ocasiones, el cine, los refrescos y las entradas a las discotecas, mis padres me dejaban un poco de mi sueldo de la peluquería, además tenía bastantes propinas.

Andrés se llevaba bastante bien con mis padres y venia a casa a menudo.

Pronto terminaría la carrera y se iría a la mili.

Una mañana del año 68, estando trabajando en la peluquería se presento Andrés con un petate, para despedirse.

Por fin había llegado el día fatal esperado, de marcharse a la mili, nos dio mucha pena pues era para mucho tiempo y muy lejos.

Estuve llorando varios días (siempre me tenía que despedir de alguien).

En el sorteo tubo muy mala suerte le había tocado, Cádiz y luego Ceuta. Si le hubiera tocado en España, su entrenador le habría reclamado, para seguir haciendo atletismo en Madrid, pero en Ceuta no podría hacer nada.

En los rompeolas de las playas de Cádiz

Fuimos a verle sus padres y yo, salieron de Barcelona, pasaron por Alcalá para recogerme y dejar a su hermano Antonio con mis padres y de allí a San Fernando.

Fuimos a San Fernando de Cádiz para la jura de bandera, luego le dieron unos días de vacaciones y los pasamos los cuatro conociendo la zona.

En la jura de bandera de San Fernando (Cádiz)

Después el se marcho para Ceuta y nosotros para Alcalá de nuevo.

Se acercaba la fecha término para declarar el Opel, que habían traído mis padres de Belgica en España y tenían que pagar los derechos de aduana, que era casi como el precio que habían pagado por el coche, al comprarlo.

Mis padres empezaron a preparar los papeles y la gran cantidad de dinero. Lo tenían que hacer a primero de año y estábamos a últimos de diciembre.El día 24 Nochebuena, viajábamos hacia Madrid para pasar la noche con mis tíos.

Andrés en la mili

A la entrada de la avenida de América, en un cambio de rasante, de pronto nos encontramos que había una gran placa de hielo y muchos vehículos parados y accidentados, el ultimo era un gran camión, como es natural mi padre no pudo frenar y nos estrellamos contra su caja trasera, tuvimos tiempo para agacharnos y yo prácticamente me tumbe en el suelo del coche, a los pocos segundos otro coche vino por detrás y termino de meternos debajo del camión.

 

El coche quedo para la chatarra. Gracias que era enorme, tenía un capo y un motor muy grande, lo que sirvió para ir parando el golpe y cuando vimos el camión mi padre nos aviso, así la caja nos paso por encima.Estuvimos allí metidos hasta que nos pudieron sacar y llevar al Hospital.

Mi madre solo se hizo daño en una rodilla, mi padre se rompió un dedo y yo como tenía todo el espacio detrás para mi sola, me tumbe muy bien y no me pasó nada.

El coche quedo siniestro total y nos pagaron muy poco por el, a precio de chatarra.Menos mal que no habíamos pagado los derechos de aduana y con ese dinero mi padre compro un Renault 10, lo necesitábamos para ir a trabajar a Madrid.

Andrés seguía estando en la mili, Merche y Julio también eran novios y hacía mucho tiempo que no nos veíamos.Un domingo de verano, decidí de subir sola, a la piscina del Gurugu, en Alcalá, conocí a un grupo de chicos y chicas de mi edad, se solían reunir los fines de semana.

Casi todos trabajaban y la mayoría en bancos, casi todos tenían coche y podíamos ir a muchos sitios. A mí madre no la hacía nada de gracia, decía que no estaba bien que estando mi novio en la mili yo saliera en grupo con otros chicos.Desde el primer día todo el mundo sabía que tenía mi novio haciendo la mili.

Lo pase muy bien esa verano, casi todos trabajábamos y manejábamos dinero, era un ambiente muy sano y amistoso, que mantuve hasta que vino Andrés de la mili.