Capitulo decimonoveno

EL EMBARAZO Y PARTO DE MI PRIMERA HIJA

Llevaba más de dos años casada y estaba entrando en el aburrimiento lógico de una persona que desde muy pequeña había trabajado casi todo el tiempo y apenas había tenido tiempo libre para dedicarlo a mis cosas.

Andrés seguía estudiando Ingeniería en la universidad de Madrid y casi siempre hacia el viaje con Paco Galán, después de salir de fabrica.

Estos viajes a clase los hacían varios días a la semana y otros días quedaban para jugarse un partidillo de tenis en la fábrica, aparte de los días de entreno del equipo de baloncesto que seguía funcionando.

Solía salir de casa por la mañana venia a comer siempre con prisas y ya no volvía hasta bastante tarde por la noche, los fines de semana siempre tenía que estudiar algo de la universidad y empezamos a limitar las salidas, a una visita a la parcela de mis padres, que a menudo solía hacer con ellos para que el pudiera seguir estudiando sin que nadie le molestara.

Sin demasiados muebles para limpiar el polvo y todo el día solo en casa, empezaron los problemas, los enfados, reproches y planteamientos serios.

Gracias que tenía a mis padres a la vuelta de la esquina para hacerme compañía y despejar mi mal humor en los malos momentos, sobre todo mi padre, que siempre tenía el consejo oportuno, entre chistoso y sarcástico.

Trate de localizar a mi amiga Merche en varias ocasiones, pero me comentaron que después de casarse, se habían marchado a vivir a Canarias y de Maribel tampoco supe nada.

En varias ocasiones comente con Andrés la posibilidad de buscarme un trabajo, pero no estaba en sus planes, que su mujer trabajara, solo podía ser ama de casa y ocuparse de él y de la casa.

Es curioso pero los recuerdos de estos primeros años no son para nada fantásticos, debería de ser al contrario ya que estábamos recién casados y no teníamos niños que nos ataran para poder entrar i salir con comodidad.

No recuerdo ningún viaje a ningún sitio emocionante ni nada especial, tampoco recuerdo ninguna cena romántica en un agradable restaurante ni improvisada, ni para celebrar ningún aniversario, ya que Andrés no era partidario de celebrar nada.

Las vacaciones las pasábamos en Cataluña en casa de sus padres, con más penas que glorias ya que no me acababan de aceptar y me hacían responsable que su hijo no hubiera seguido sus planes de trabajar en la Seat de Barcelona con su padre.

Siempre lo he notado, tenían una frialdad hacia mí que daba pie a tener peloteras por tonterías y comentarios poco agradables durante los días que pasábamos con ellos de vacaciones.

Con sus comentarios, reproches y aptitud conseguían, con mucha facilidad que Andrés se sintiera culpable y como yo no lo podía entender por más que me lo explicara, al final teníamos una pelotera de pareja.

Mi nueva vida de matrimonio, no era como yo pensaba y la compañía que Andrés empezó a dedicarme empezaba a dejar mucho que desear, sabía que seguía formando parte de una lista de prioridades.

Mi planteamiento como solución era, tener un hijo lo antes posible para dedicarle mi cariño y tiempo a cuidarle y así se lo comente en varias ocasiones.

Pepe Calleja me entrega trofeo de Baloncesto

 

Poco tiempo después empecé a encontrarme mal por las mañanas, enseguida comprobé que estaba embarazada.

La cosa empezó a cambiar, como tenía que hacer reposo ya no me importaba tanto estar en casa y en la casita con una pequeña piscina, pero muy agradable, que mis padres habían hecho en la parcela de Los Hueros.

También solía ir a los partidos del equipo de baloncesto, aunque ya no podía jugar.

El embarazo fue normal y engorde ocho kilos, estuve preparando camisitas, patuquitos y demás ropita para recién.

Unos días antes de salir de cuentas, me comentaron que tenían previsto operar al abuelo Julio de la próstata en una clínica que había en Alcalá.

El no quería de ninguna manera que le operaran. Le daba miedo por ser la primera vez que le operaban en su vida y se encontraba perfectamente, sin tener que operarse, solo tenía unas molestias al orinar.

Al parecer en el análisis preoperatorio le encontraron un poco de velocidad en la sangre, debido a un resfriado que había pasado unos días antes, pero el cirujano no le dio demasiada importancia y siguió adelante con la preparación y operación prevista.

La pérdida de sangre fue mucho más importante de lo previsto debido al resfriado y dado que no tenían sangre de su grupo preparada para una trasfusión urgente.

Salieron a pedir sangre a los hijos que estaban esperando en la sala de espera, después de hacer las pruebas oportunas y ver quién era el mejor donante le pusieron la sangre, pero había pasado demasiado tiempo, después de la hemorragia y entro en coma de la cual, ya no se despertó más.

Murió una semana antes que nació mi hija, en la misma semana que murió Franco.

Un Sábado y dentro de la fecha de salir de cuentas me levante con más ganas de limpiar, de poner lavadoras y planchar que de costumbre.

Cuando llego la tarde empecé a encontrarme mal y muy pesada, Andrés decía que era debido al cansancio por haber estado todo el día haciendo cosas y me mando a la cama a descansar.

Casi todos los días, mis padres solían pasar por casa para ver como estaba, esa noche se quedaron para hacer la cena y cenar con nosotros, yo seguía en la cama aunque a menudo me levantaba e iba al comedor a decirles que cada vez me estaba encontrando peor, no me hacían mucho caso aunque les repetía que sería mejor que me llevaran al Hospital.

Estaban viendo la serie de la tv Kun Fu, con el pequeño Saltamontes y me respondían que esperara a que terminara el interesante episodio.

Regresaba a la cama entre contrariada y llena de dolores por todo el cuerpo, para meterme en la cama de nuevo.

Otro dolor más fuerte que el anterior, ya casi no lo podía resistir y cuando se calmo un poco, me puse un vestido y volví al comedor para decirles, que si no me llevaban al Hospital yo me marchaba en un taxi sola.

Por fin se levantaron y decidieron llevarme como yo quería, aunque con la duda de que fuera una falsa alarma dada mi poca experiencia.

Cuando llegamos al Hospital en Madrid, después de reconocerme les informaron que estaba de parto, pero que al ser primeriza seria lento, cosa que les alegro pues se fueron todos a casa de la tía Amparito para terminar de ver Kun Fu, cenar y dormir tranquilamente.

Me ingresaron el sábado por la noche y a las pocas horas nació Carolinita.

Como era de esperar estaba sola en el Hospital, cuando nació mi hija y todos durmiendo tan tranquilos en casa de los tíos.

No sé si los llamaron por teléfono al día siguiente o vinieron a ver como seguía la cosa y de pronto les presentaron a la niña.

Menos mal que no surgieron complicaciones de lo contrario me las habría encontrado estando sola en la clínica.

Pero me sirvió para estar preparada para los dos siguientes partos, que también nacieron en la noche del sábado al domingo y siempre estaba sola en el Hospital.

En el último de mi hijo Alfonso me encontraba en Lugo y toda la familia en Vivero. Pero esa es otra historia que contare más adelante.

Pocos días después volvíamos a casa con Carolinita, tres kilos y medio de preciosa niña.

Nació el dos de Diciembre y cuando llevaba un par de días en casa cogió un catarro que nos daba las noches tosiendo y llorando, como era tan pequeña, decía el pediatra que no la podíamos dar nada para curarla y solo la pusimos un poquito de Visbaporus con un algodoncito en el pecho y la fue muy bien.

Poco tiempo después organizamos el bautizo, en la Iglesia de Santa María que era donde nos habíamos casado también.

Los padrinos fueron mi tío Isidro y Rosa Mari la prima de Andrés.

En esas fechas también nació el hijo pequeño de los tíos Salvador y Magdalena, al que pusieron de nombre Rubén.

Unos meses después cuando deje de darle leche materna y ya la criábamos con biberones y papillas de frutas.

Empecé a entrenar de nuevo en el equipo de baloncesto de Perlofil.

En esas temporadas Andrés nos hacía de entrenador, como es natural nos llevábamos a Carolinita a los entrenamientos y a los partidos.

En muchas ocasiones que yo estaba en la pista jugando y la niña se ponía a llorar, me preguntaban desde el banquillo donde estaba el biberón para dárselo y las compañeras del banquillo se lo daban mientras yo estaba jugando

 

 

Trofeo de Baloncesto del Ayuntamiento

 

Un par de años después yo seguiría jugando en el equipo y Andrés en el Complutense, la niña la dejábamos con mis padres los días de entrenos y de partidos.

Cuando en invierno salimos con José Luis y Rosa Mari, siempre me fijaba en los preciosos chaquetones y abrigos de piel que llevaba y empecé a plantearme como podía conseguir tener uno, ya que nuestra situación económica no nos permitía hacer grandes gastos.

Para sacar un dinero extra decidí, buscarme unas clientas para coser en casa, ayudada por una máquina de coser eléctrica, que conseguí con algo de dinero de los regalos de la boda.

La cosa me resulto bastante bien y en cuanto pase la voz me salieron bastantes clientas de costura.

 

Carolinita con pocos meses

 

En menos de un año ahorre casi doscientas mil pesetas que era lo que me costaba el abrigo de zorro.

Recuerdo cuando por las tardes cosía y Carolinita recorría la casa con un triciclo de plástico rojo, que la habían traído los Reyes, como era muy chiquitita no dominaba demasiado y se solía chocar por las esquinas.

Un día se choco y se cayó y como en otras ocasiones se puso a llorar, yo como siempre me levante de la máquina para consolarla, estas vez lloraba con más pena, y me decía “pupa, pupa” enseñándome la manita y el brazo, yo la consolaba pero ella seguía insistiendo en enseñarme el brazo, el cual le dejaba medio colgando de una manera muy rara, que me preocupo mucho.

Cuando vino Andrés y selo explique, también le sugerí llevarla al médico, lo cual dudo un poco pero como seguía llorando, terminamos por llevarla.

Después de hacerla unas radiografías, en el ambulatorio nos mandaron a Madrid al Hospital, lo que hicimos después de pasar por casa de mis padres a contárselo y se vinieron con nosotros también.

Cuando la vieron en el Hospital nos dijeron que tenía el bracito roto y la pusieron una escayola.

Nos daba mucha pena oírla de llorar mientras la ponían la escayola tan pequeña.

Era tan pequeña con la escayola, que todo el mundo tenía que ver con ella y decirla cositas.

Estuvo mucho tiempo sin querer subirse al triciclo por que le llamaba “pupa”

Tenía mucho vicio con los chupetes y la “malla” que era una almohada que tenia con forma de muñeco.

Casi con cinco años seguía con los chupetes y la “malla” decidimos comprarla una bicicleta chiquitita y en la noche de los reyes la convencimos, para que le cambiaran los reyes los chupetes por la bici.

Al día siguiente alucino con la bici y nunca más volvió a preguntar por los chupetes.

Mis padres disfrutaron mucho con ella, mi padre venia toda las tardes a verla y algunos días se la llevaba a dar un paseíto.

Recuerdo en ocasiones que decidíamos ir al cine y se lo comentábamos a mis padres, si ellos tenían otros planes mi madre empezaba a poner escusas pero mi padre rápidamente los anulaba diciendo que se quedaban con ella.

 

Carolinita iniciándose en el baloncesto

 

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Habíamos conseguido unos pequeños ahorros, ahora con la niña y antes con el embarazo salíamos menos de lo poco que ya salíamos y gastábamos, antes del embarazo

Decidimos dar la entrada para la compra de un nuevo piso, en un edificio muy cerca de la casa que vivíamos , en la misma calle, pero un poco mas céntrico, y así lo hicimos.

El nuevo piso tenía plaza de garaje, dos habitaciones más, calefacción y dos cuartos de baño, además elegimos un primero y teníamos dos terrazas de los patios de luces.

Dimos medio millón de entrada y reserva pues los estaban terminando de construir.

En esos años nos compramos una pequeña tienda de campaña canadiense, y fuimos de camping con ella en varias ocasiones.

Recuerdo un viaje al sur de España en un Camping llamado Las Norias, después de llevar una semana instalados con un tiempo fenomenal, un par de días antes de la marcha por la noche empezó a llover y se la paso toda la noche lloviendo suavemente, nosotros mirando con una linterna el suelo del exterior y controlando como el terreno absorbía el agua.

Cuando empezaba a amanecer empezó a llover más fuerte, para entonces el suelo ya no absorbía más agua, decidimos Andrés y yo salir para ayudados con unas cucharas hacer unas regatas y dirigir el agua que caía del techo, para que no entrara en la cubeta donde teníamos toda la ropa, las colchonetas camas y en una de ellas seguía durmiendo Carolinita.

De pronto Carolinita se despertó y nos llamo, contestamos que no podíamos entrar porque estábamos haciendo una cosa muy importante, ella muy extrañada nos respondió “pasa una cosa muy extraña, se mueve mucho mi cama” entramos dentro de la tienda y todo estaba flotando en más de un palmo de agua y todo esto casi a oscuras.

Cogimos a la niña, cerramos la cremallera y nos fuimos con un par de sillas a esperar que dejara de llover en los servicios, los cuales encontramos llenos de gente en las mismas circunstancias y algunos peor que nosotros, pues había unos que su tienda estaba en una andanada, donde se había acumulado mucha agua y solo se veía la punta de los dos mástiles de su tienda.

Esperamos casi hasta medio día, que dejara de llover recogimos como pudimos las cosas todas empapadas de agua y nos volvimos a casa.

Pocos días después montamos de nuevo la tienda en la parcela de mis padres para secarla y limpiar el barro, solíamos ir frecuentemente ya habían terminado la casa y la piscina y a Carol la encantaba estar allí.

Volviendo a mis clientas de costura, las cuales seguían haciéndome encargos, yo solamente hacia lo que podía después de ocuparme de la casa y cuidar de Carolina.

Por fin conseguí el importe del abrigo de Zorro del País, le encargue en una peletería que me aconsejo Rosa Mari y fui de parte de ella, me enseñaron varios modelos y encargue el que más me gustaba y adecuado a mi presupuesto, después de hacerme una prueba mientras lo confeccionaban, llego el momento de ir a recogerlo con el resto del dinero.

El viaje a Madrid lo hice como siempre en el autobús de línea de la Continental y las ciento cincuenta mil pesetas para pagarlo metidas en un bolso.

A la entrada de Madrid en la avenida de América, tenía una parada, al igual que otros pasajeros nos levantamos y preparamos para bajarnos, procurando tardar lo menos posible, por el mucho tráfico en la zona.

De pronto se le cruzo un turismo, dio un gran frenazo y al ir la primera por el pasillo salí lanzada, chocando con la barra de hierro que separaba los dos cristales del parabrisas, otros viajeros, que estaban de pie para bajar, se me vinieron encima y también resultaron accidentados.

 

Con mis padres, Andrés y Carol en la piscina de la Parcela

Como es natural perdí el conocimiento, el autobús dada la cantidad de accidentados en vez de dirigirse a su terminal, se fue directamente al Hospital de la Cruz Roja, donde yo desperté sola en una camilla y en un pasillo, muy asustada pues no recordaba lo que había ocurrido.

Transcurrido un tiempo, vinieron a buscarme para una revisión y preguntarme personas de contacto para informarles de donde estaba y lo que había ocurrido, fui dando los datos que me pedían, según iba recordando.

Al día siguiente me llevaron a casa y naturalmente enseguida echamos de menos el bolso con el dinero, con una gran duda de que se hubiera extraviado.

Unos días después, una encantadora señora, llevo a casa de mi madre el bolso con todo el dinero, había rodado por todo el autobús y esta señora que había salido ilesa del accidente, al llegar a la terminal se había ocupado de recogerlo y buscar la dirección en el interior y al ver que había tanto dinero, lo llevo lo antes posible a casa de mis padres, que era la dirección que tenía en el dni.

En un principio no le dieron importancia a mis dolores de cabeza y los mareos que tenía muy a menudo, el médico que me atendía enseguida me dieron de alta del accidente, era el famoso Doctor Alfonso Cabeza, forense de Alcalá de Henares.

Mis molestias duraron varios meses. Me llamaron para visitarme en varias ocasiones, siempre me decía que era normal después de un golpe tan fuerte tuviera mareos y dolor de cabeza durante mucho tiempo.

Varios meses después recibí una carta citándome al juicio del accidente, al día siguiente y sin cita previa me presente en la consulta del forense en el juzgado, cuando me pregunto qué me ocurría; le comente que tenía un requerimiento para el juicio del accidente y que si me preguntaban si ya me encontraba bien les contestaría, al igual que siempre le decía a él; que seguía teniendo mareos y mucho vértigo, seguidamente saco una tarjeta personal en la que dirigiéndose al servicio de urgencias del hospital de la Paz, deberían de hacerme un reconocimiento total en esa misma mañana y un informe del resultado con el tratamiento adecuado al resultado, en el caso de que hubiera algún problema.

Al parecer y según ponía en la tarjeta en aquellos momento era el director del hospital de la Paz, porque nada más llegar y enseñar la tarjeta, no tuve que esperar en la sala de espera y me pasaron directamente para hacerme el chequeo correspondiente.

Un par de horas después me llamaron parta el resultado y preguntaron cómo me encontraba en esos momentos, como siempre le comente mis mareos, vértigos y demás, a lo que me respondieron que era normal dada la fractura de cráneo del temporal izquierdo que tenía y dado que no había hecho el reposo adecuado la tenía como el primer día y a partir de ese momento tenía que empezar a hacer reposo, sobre todo de la mandíbula.

Con toda la documentación nos fuimos directamente al juzgado, con el tiempo justo, antes de empezar el juicio, nos sentamos donde nos indicaron, e intente en varias ocasiones explicar lo que había ocurrido, pero como no tenia abogado no me dejaban hablar y el abogado del seguro se empeñaba en que no podía demostrar que había perdido un reloj como yo indicaba en el informe inicial valorado en mil pesetas más o menos.

Cuando por fin me permitieron hablar para explicar lo del reloj, pidió permiso Andrés para enseñar los informes médicos, cuando los vio el juez anulo directamente el juicio en espera de mi recuperación, un par de días después los del seguro se pusieron en contacto con nosotros para hacernos una oferta, con el fin de que no fuéramos de nuevo a juicio, nos ofrecieron casi doscientas mil pesetas, que aceptamos enseguida, nos vinieron muy bien pues compramos el primer televisor en color y algunas cosas más para la casa aunque arrastre secuelas y dolores de cabeza durante muchos años después.

Aunque el coche seguía funcionando en algunas ocasiones nos daba algún susto, decidimos que teníamos que cambiarlo, empezamos a mirar coches que pudiéramos comprar y al final Andrés decidió que el más adecuado era el Citroën g.s. le encargamos en dorado metalizado, fue muy emocionante para nosotros estrenar un coche tan bonito y además con la suspensión que subía y bajaba según la necesidad, fue una temporada muy agradable.

Tras conseguir comprarme el abrigo de piel después de tantos contratiempos, seguí cosiendo un poquito a ratos para unas cuantas clientas y en esta ocasión ahorraba para pagarme el cursillo de esteticista que anunciaban en televisión.

El cursillo duraba varios meses y también se pagaba en varios meses.

Fueron unos meses un poco complicados tenía que cuidar de Carolinita de las cosas de la casa tenía que coser la ropa de las señoras para poder pagar el curso y además estudiar e ir a Madrid a las clases de prácticas, además de algunos dolores de cabeza del reciente accidente.

Andrés no me ayudaba demasiado pues decía que era una tontería que no me serviría para nada ese título.

Fueron pocos meses y con la ayuda de mis padres para quedarse con la niña cuando lo necesitaba conseguí terminar el curso de belleza.

Unos meses después la farmacéutica vecina del local de mis padres, la cual me conocía como clienta y vecina, me invito con un par de clientas mas a unas demostraciones de los laboratorios Franceses ROÇ de cosméticos que estaban iniciándose en España a través de las farmacias y solían hacer las demostraciones en Hoteles a las invitadas de las Farmacias.

Como es natural fui encantadísima teniendo en cuenta que hacía unos meses que me movía en esos mundos de la estética.

Cuando llego el día deje a Carolinita con los abuelos como de costumbre.

Carol y mi madre en el chalet de los Hueros

 

 

Fui a ver de qué se trataba la demostración.

Era para hacernos una demostración y limpieza de cutis con los productos de lanzamiento y a medida que la señorita me lo realizaba, yo la esplique que también era del gremio.

Se intereso mucho y cuando paso la encargada se lo comento, después de hacerme algunas preguntas más, llamo enseguida a otra señora Francesa.

Debía de ser la responsable de la empresa en la zona y enseguida me explico, que precisamente estaban buscando esteticistas para demostradoras en la zona de Madrid y cuál fue su cara de sorpresa y alegría cuando la hable en un Francés perfecto y su respuesta fue que tenía que hablar con sus jefes en Francia, pues yo era la persona que estaban buscando para jefa de la delegación de Madrid y el sueldo previsto era de sesenta mil pesetas al mes más las dietas cuando tuviera que viajar por los alrededores de Madrid y a Francia dos o tres veces al mes.

Quedamos para vernos un par de días después, cuando lo consultáramos las dos, ella con la empresa y yo con Andrés.

Cuando volvía para casa por la Virgen del Val no sabía si correr o volar de nervios que llevaba.

Cuando se lo conté a Andrés la respuesta fue rápida, teniendo en cuenta que el ya tenía en proyecto marcharnos a vivir fuera de Alcalá, para entonces su jefe Bernardo ya se había marchado a trabajar a Galicia y esperaba que tirara de él.

Me imagino que teniendo en cuenta que el ganaba entonces por debajo de las cincuenta mil pesetas y además yo tendría que hacer algún viaje a Francia, cosa que tampoco le hacía nada de gracia, él se había casado para que su mujer cuidara de su casa y sus hijos, no estaba en sus planes que yo trabajara.

Creo que esta fue la primera vez que Andrés me dijo que tomara la decisión de marcharme con el a Galicia, o quedarme con mis padres en Alcalá.

Por mi cabeza pasaron un montón de contradicciones y de frustraciones, la más seria era la de no marcharme a Galicia con él, ya que encima me separaba de mis padres que tanto me ayudaban cuando los necesitaba, pero en esta ocasión no me apoyaron y tampoco veían futuro en el campo de los cosméticos.

No sé si con los años pudieron comprobar que en ese tema estaban muy equivocados todos y si nos hubiéramos quedado en Alcalá que hubiera pasado, es algo que he pensado en algunas ocasiones, teniendo en cuente con que fuerza entro ROÇ en España.

 

 

Celebración del cuarto cumpleaños de Carol con los hijos de Bernardo, Bernardito el cagón al fondo con camiseta del Atleti.

Este sería el último cumpleaños de Carol que celebramos en nuestro piso de Alcalá de henares, antes de trasladarnos a Galicia.