Capitulo segundo

LA AMISTAD CON LOS MOLINA

No recuerdo cómo surgió la amistad con la familia de Antonio Molina, pero los visitábamos muchos Domingos, comíamos en su casa, en el pueblo de Fuencarral, que es donde Vivian en aquellos años, y luego por la tarde con su esposa Angelita, su hija mayor Ángela y el hijo Miki, íbamos al teatro donde Antonio actuara en esa temporada.

Tenían un coche Citroën Pato , con el que íbamos todos al teatro, para ver la actuación de Antonio nos quedábamos con él en el camerino hasta que tenía que cambiarse para salir al escenario y entonces nosotros nos pasábamos al palco reservado para la familia.

Por aquellas fechas actuaba con la bailarina Toná Radeli y era impresionante verlos a el cantando y ella bailando, mientras el cantaba, creo que entonces me empezó a mí la afición por el baile.

Poco tiempo después se compraron un gran piso en el centro de Madrid y también abrieron una cafetería enfrente del piso y la pusieron el nombre de Antonio, tenía mucho negocio y el bajaba cuando podía, para entonces ya tenían hasta criada.

Toná le daba clases de baile flamenco a su hija Ángela y a mí se me caía la baba y me daba algo de envidia, porque siempre me ha gustado mucho el flamenco, sobre todo el baile y un poco el cante también, pero mi madre me decía siempre, que no tenía nada de gracia ni para una cosa y menos para la otra.

Los Molina en los toros de Alcalá con mis padres

Mi madre siempre me cambiaba de ropa antes de salir para Madrid. Me quitaba los tirantes de la enagua y por la cabeza me ponía la otra muda limpia.

Un día por los pasillos del teatro, llenos de gente, cuando nos dirigíamos al palco, empecé a notar que se me caía algo y casi no me dejaba de andar, de pronto se cae al suelo la enagua, que con las prisas no me había terminado de quitar, casi me caigo y me puse a llorar de vergüenza.

Creo que les gustaban mucho las almendras garrapiñadas de Alcalá porque recuerdo que siempre les llevábamos una cajita y cuando entrabamos por la puerta los niños enseguida, nos preguntaban por las almendras.

Con los años y con los viajes de mis padres al Brasil y demás perdimos el contacto con ellos.

Por aquellos años Antonio empezó a viajar mucho a América, para actuar y hacer películas y Angelita algunos domingos venia con nosotros a Alcalá.

En los toros con mis padres: Angelita, que es la mujer de Antonio Molina, y yo escondida detrás.

CÓMO SURGE EL VIAJE A BRASIL.

En esta misma época hicimos amistad con una familia llamada Boix .

Ellos tenían cuatro hijos pequeños como yo, creo que eran los propietarios de unos laboratorios farmacéuticos.

Vivian en la carretera de Alcalá a Madrid pasado la fábrica de Gal , en la misma carretera y a pocos kilómetros a la derecha, en una gran finca con piscina, en aquellos años era un privilegio el poderla tener privada, también tenía una preciosa arboleda, la cual se podía ver desde la carretera y entre medias la casa.

En verano mis padres, por la noche y tras cerrar la librería se acercaban en bicicleta para darse un bañito en la piscina y charlar un ratito a la fresca con ellos, yo casi nunca veía a los niños pues ya estaban durmiendo.

Me llevaba mi padre, detrás en su bici muy agarradita, como él me solía decir y me hablaba, contándome cosas para que no me durmiera por el camino de vuelta.

En estas visitas y charlas, les comentaba mi padre la idea que le rondaba, de conocer mundo y la inquietud por salir fuera de España.

Enseguida surgió por parte de ellos el ofrecimiento, para llevar al Brasil la representación de sus productos, ofreciendo a mi padre estar al frente de la delegación. Ante semejante oferta el viaje se puso en marcha.

Cuando mi tío Tomás, hermano de mi madre, se enteró del futuro viaje, con su espíritu también aventurero, enseguida se sumó al viaje, cosa que a mi madre enseguida la encanto y ánimo para seguir apoyando a mi padre, era mucho más seguro, si mi tío también venia.

Un día vino un amigo de mis padres llamado Ángel y cuando le comentaron lo del viaje, enseguida también se animo a venir con nosotros. Total toda una movida como el que se va de excursión a Toledo, (aunque no estoy segura, creo que uno de estos dos que se sumaron al viaje, se había enfadado con su novia, y quería poner tierra por medio, no solo puso tierra, si no mucha agua también).

Mi madre decidió que mientras preparaban todos los pasaportes y la documentación para el viaje, ella aprovecharía para ir a hacer un cursillo de peluquería que siempre había querido aprender y por falta de tiempo y dinero no había conseguido hacer.

Durante unos meses estuvo desplazándose a Madrid para hacer el cursillo y al finalizar le dieron un carnet de peluquera y un diploma, el cual llevaríamos para el Brasil también.

Al hacernos las revisiones medicas para los permisos y pasaportes, el médico que nos hizo la revisión, dijo a mis padres que yo no podía viajar porque tenía un problema de corazón, al parecer tenias más grande el corazón que la caja torácica, mis padres casi se mueren del susto y lo primero fue pedir cita con cardiólogo y pediatra.

Tras hacerme un montón de pruebas les informaron que estaba en edad de desarrollo y en ese momento me había crecido mucho el corazón y seguidamente lo haría el resto del organismo y sin más problemas, terminaron de arreglar la documentación para el viaje.

Seguidamente mi padre empezó a liquidar cosas de la librería y la puso en traspaso, con la correspondiente sorpresa por parte de la gente y la familia .

Mi tío Tomas y Ángel en el huerto de Alcalá.Días antes de salir para Brasil.

Mis padres traspasaron el negocio rápidamente, cosa normal, pues funcionaba de maravilla y dejaron el precioso pisito, que era alquilado.

Teniendo en cuenta que después de tantos cambios de negocio, habían acertado con el adecuado y les estaba funcionando de maravilla, la gente no se lo podía creer. Pero si que lo aprovecharon para pedir un buen traspaso y enseguida les salió una persona que se lo pago, con lo cual pagamos los pasajes a Brasil y aun guardaron dinero para la vuelta, si les hacia falta. Rápidamente preparamos la marcha para Brasil los cinco.

Con mis padres, mi abuelo y una amiga, pocos días antes de salir para Brasil.

 

Tuve muy claro en aquellos años que los que más sufrieron con aquel viaje fueron mis abuelos, sobre todo mi abuelo Julio que me veía todos los días y me echaría mucho de menos . Recuerdo cuando nos despedimos que lloraba al decirnos adiós, mientras comentaba que ya eran muy mayores y no volveríamos a vernos nunca más, por irnos demasiado lejos.

No podía imaginarse, que gracias a Dios, las cosas se torcerían y en menos de un año estaríamos de vuelta en Esapaña.