Capitulo veintiuno

 

PARTO DE MI HIJO ANDRÉS EN LUGO

 

En aquellos años mis padres tenían una caravana la cual instalaron en el Camping de Área, esperábamos el parto para finales de Junio.

El invierno de ese año fue bastante lluvioso y casero, entre el embarazo y los nuevos gastos de hipoteca, pasábamos mucho tiempo en casa.

Para no aburrirse Andrés había reanudado los estudios de la segunda ingeniería que había empezado en Alcalá y los exámenes los tenía que pasar en la universidad de Coruña.

A principios del mes de Junio, aun me faltaba un mes para salir de cuentas pero estaba enorme, había engordado veinte kilos.

Una noche de pronto, me despertó un fuerte golpe y dolor, sentí como si él bebe me diera una enorme patada en el riñón derecho, que casi me hizo perder el conocimiento de dolor.

Desperté a Andrés para comentárselo y unos minutos después me levante al baño, comprobé que sangraba muchísimo y decidí que me llevaran a Lugo.

Casualmente ese mismo día Andrés tenía un examen en Coruña de la carrera que estaba estudiando y la cosa se complico un poco.

Mis padres habían traído la caravana que tenían y la habían instalado en el Camping de la playa de Covas, esa fue la solución.

Decidimos que Andrés, fuera al Camping para buscar a mis padres y repartirnos la faena, en aquellos años aun no existían los inalámbricos.

Enseguida salíamos Andrés para Coruña, mi padre y yo para Lugo, mi madre se quedaba con Carolinita y Amalia en casa. Una vez más allí estaban mis padres para sacarnos del apuro.

Cuando llegue al Hospital, de la manera que sangraba pase rápidamente a dilatación.

Cuando me revisaron más a fondo comprobaron que no dilataba nada, con lo cual no se trataba de que se me hubiera adelantado el parto.

Me sondaron el riñón y comprobaron que me sangraba el riñón, de la patada que me había dado el bebe.

Me ingresaron en dilatación donde las parturientas suelen pasar lo más un día o dos, yo estuve casi un mes, conocí a más de cuarenta parturientas que pasaban unas delicadas horas en mi compañía, extrañadas de que yo no gritara ni me quejara como ellas.

Era a principios de Junio, hacia muy buen tiempo y no sabíamos cuanto tiempo estaría en el hospital, pero tenía que estar en observación y no podía volver a Vivero, porque frecuentemente me volvía a sangrar el Riñón.

Viendo que la cosa podía alargarse mucho y para que no me quedara sola en Lugo, decidieron que mis padres pusieran la caravana en un camping que había enfrente del hospital y allí se instalaron mis padres y Carolinita.

Andrés pasaba la semana trabajando en Vivero y venia a pasar los fines de semana con nosotros, bueno yo en el hospital y ellos en el Camping.

Como no existían los teléfonos móviles, Andrés nos trajo unas emisoras portátiles muy potentes de la fábrica, con las que estaba en contacto con ellos cuando quería así estuvimos casi un mes.

En el hospital me tenían en observación pues no me funcionaba el riñón y tenía una diete muy severa a base de pescado hervido sin sal, yogurt natural y agua, además casi todos los días un análisis de sangre pues tenía la albumina muy alta.

Con esta dieta de pescado congelado hervido, además de aborrecerle para toda mi vida, un par de semanas después, tenía un estreñimiento que me pase casi diez días sin ir al baño, cuando se lo comente al médico al pasar visita le dijo a la enfermera que me diera un jarabe laxante, la enfermera me dio una cucharada esa misma noche.

Un par de días después, volvió a pasar el médico y me pregunto si había ido al baño, le conteste que aún no, se giro hacia la enfermera y la pregunto que había pasado con sus indicaciones, la enfermera se puso muy seria y comento que quizás el jarabe estaría pasado.

Unos minutos después me traía un frasco de jarabe, que abrió y demostró, estaba precintado, por si el otro estaba pasado, del cual solo me tenía que dar una cucharada como la vez anterior, pero esta vez me dio tres y al día siguiente, vino a preguntarme y como aun no había ido al baño, otras tres cucharadas.

Era jueves y me extraño no sentir nada, ni el viernes ni el sábado durante el día. Por la noche me empezaron unos dolores de tripas y una descomposición tan grande que me pase casi toda la noche, sentada en el sanitario y contándoselo a los del Camping por las emisoras.

De cuando en cuando pasaba una enfermera a verme y decirme hola, después de tantos días hasta era medio amiga de alguna de ellas.

Fue una noche muy movida, ya de madrugada con el cambio de turno entro una a verme, yo me encontraba sentada en Roca como casi toda la noche y quejándome del cólico que tenia de tanto jarabe de pruna.

Un poco extrañada de que fueran tan fuertes los dolores, allí mismo en el sanitario comprobó que ya estaba de parto y tenía que ir al paritorio.

Yo no quería de ninguna manera y la decía que primero tenía que terminar de hacer caca, después de decirme muy nerviosa que ya estaba asomando la cabeza del niño y podía caer dentro del sanitario, llamo a voces a otras enfermeras para que vinieran a ayudarnos a llegar al paritorio.

Con una gran toalla entre las piernas que ellas me sujetaban para que no se me cayera el niño por el camino.

Antes de llevarme me ayudaron a informar a los campistas que dormían plácidamente en la caravana, que había llegado el momento. Cuando llegaron ya había nacido y me tenían en el pasillo mientras atendían al niño y según venían hacia mí me preguntaban ¿Qué había sido?, la cara de sorpresa cuando les dije que era un niño de casi cinco kilos, se mezclo con una gran alegría y ganas de conocerle, Andrés repetía muy nervioso “un Andresito, un Andresito”, paso como con Carol, también nació en Domingo por la mañana.

Dentro de todo lo mal que lo pase, al final fue muy rápido.

Un par de días después, todos de regreso a Vivero con un Andresito más y yo con un montón de puntos que me habían puesto por ser el niño tan grande.

Mis padres instalaron de nuevo la caravana en el Camping de Covas, que es la playa de Vivero y se fueron a vivir allí pues era principios de Julio y hacia muy buen tiempo.

Entramos de nuevo en el ritmo normal de la casa, con la gran ayuda de Amalia pues mis padres venían de visita de cuando en cuando.

Pocos días después, vino Andrés un poco serio y contrariado de la fábrica pero no me quiso contar nada porque decía no tener importancia y yo no le pregunte nada más, pensando que sería algo relacionado con el trabajo.

Al día siguiente me lleve un gran disgusto cuando se presentaron mis padres a despedirse de mí, habían recogido la caravana y todo lo del camping de nuevo y se marchaban de Vivero.

Yo no entendía nada de lo que estaba pasando, al final me dijeron que era por un disgusto que se habían llevado por el comportamiento de Andrés.

Al parecer por un problema del cual yo no tenía ni idea, pero ellos no tardaron en ponerme al corriente.

Según su versión el tío Dámaso les había hecho un escalón para subir y bajar de la caravana y se lo había llevado a Andrés para que lo sacara de la fábrica y se lo llevara a mis padres, a lo cual él se había negado rotundamente.

Esto les produjo tal disgusto, que allí me dejaron en la cama llorando desconsoladamente con un montón de puntos, un niño recién nacido, otra niña de pocos años y todos al cuidado de otra niña de trece años.

La verdad es que nunca en mi vida me he sentido cuidada con tanto cariño y atenciones, como en esos días que Amalia se ocupo de mi y de mi familia.

Me preparaba zumitos, calditos, cambiaba, cuidaba y bañaba al niño, hasta salía a comprar mientras el niño y yo dormíamos, además de limpiar la casa también.

Enseguida contrate una señora que vendría a limpiar unas horas a la semana.

A partir de esta ocasión la cogimos mucho más cariño a Amalia todos en casa, realmente era como si fuera otro miembro de la familia

Volviendo al famoso disgusto de mis padres, el que tuve yo después con Andrés fue impresionante, hasta que pudo calmarme y explicarme lo que había ocurrido.

Al parecer el tío Dámaso, ofreció a mis padres hacerles un escalón de hierro para subir y bajar de la caravana, el cual haría en la fábrica.

Cuando lo termino se lo llevo a Andrés, con la escusa de que el no tenia coche. Pero aprovecho cuando Andrés estaba en una reunión con otros compañeros de la fábrica diciéndole “te traigo un escalón para que se lo lleves a tus suegros”.

Sabía perfectamente que estaba totalmente prohibido, el sacar material de la fabrica.

Andrés salió como pudo de la papeleta, recordándole que eso estaba totalmente prohibido con riesgo de perder el puesto de trabajo.

Dámaso se busco las mañas para sacar el famoso escalón de la fábrica y llevárselo a mis padres, además de contarles la historia a su modo y por esa razón mis padres se fueron muy enfadados y molestos con Andrés, por haberse negado a hacerles el favor.

Días después me llamaron y me dijeron que estaban en la Toja de vacaciones, pasándoselo muy bien.

Habíamos pensado que mi madre fuera la madrina del niño y mi suegro el padrino, pero ante esta situación no sabía ni si vendrían al bautizo.

La vida siguió en casa perfectamente con los cuidados de Amalia hasta que pude empezar a levantarme y preparemos el bautizo.

El Bautizo de Andresito, con el padre de Andres de padrino y mi madre de madrina.

 

Para el bautizo vinieron los padres de Andrés y la tía Nuria de Barcelona, se instalaron todos en casa unos días.

De mis padres, no volví a saber nada desde la llamada que me hicieron de la Toja.

La víspera del bautizo no sabía si mis padres vendrían o no y me estaba planteando buscar una madrina suplente de última hora.

El día del bautizo por la mañana llamaron a la puerta, “sorpresa” eran mis padres, vestiditos y todo para la ceremonia.

Habían llegado el día anterior por la noche y se habían alojado en casa de unos vecinos que nos querían mucho y también venían al bautizo

 

Bautizo en la Iglesia de Santa Maria Vivero, con toda la familia

 

 

No nos habían dicho nada para darnos una sorpresa.

Como es natural no me hizo ninguna gracia, después de no saber casi nada de ellos en más de un mes.

Aparecer así de sorpresa sin decirnos nada.

Solo se pusieron en contacto con los vecinos para alojarse en su casa y pasar la noche en el piso de abajo sin subir a nuestra casa para nada.

También vinieron al bautizo el hermano de Andrés su esposa y su hijo Jordi.

Al niño le llamamos Andrés como era natural y el bautizo se celebro al estilo de Galicia casi como una boda y en la iglesia de Santa María de Vivero.

Lo celebramos en el restaurante Louzao, de la playa de Área.

 

En la puerta de la iglesia de Santa María de Vivero

 

 

Como es natural hicimos lo posible por no crear situaciones tensas en esos días y dejamos correr las cosas.

Habíamos procurado por ambas partes aparcar el disgusto que nos había montado el tío Dámaso.

Al día siguiente mis padres volvieron a sus vacaciones en la Toja y los padres de Andres siguieron unos días más de vacaciones con nosotros en Vivero.

Como un año después, Carol hizo la comunión en la misma iglesia con sus amiguitas y compañeras de clase y también lo celebramos en el mismo restaurante.

De nuevo se reuniría la familia de Barcelona con los de Alcalá y pasaríamos unos días agradables y de fiestuqui.

 

Comunión de Carol

 

 

Recuerdo uno de los días que fuimos al restaurante a comer en familia, para elegir el menú de la comunión.

En esta ocasión, venían mis padres con nosotros.

Era verano y en el restaurante tenían las ventanas del comedor abiertas y nos sentamos en una mesa debajo de una de las ventanas.

Mi padre nos explicaba algo que le hacía mover los brazos y las manos al gesticular, todos le mirábamos mientras nos relataba una de sus experiencias, menos mi madre que ya lo debía de saber y se distraía en comer riquísimos trocitos de pan gallego recién hecho.

De pronto por la ventana entra un enorme abejorro negro, el cual mi padre sentado al lado de mi madre golpea con la mano y de rebote entra volando en la boca de mi madre, que había abierto e introducido otro trocito de churrusco so pan.

Todos lo vimos perfectamente, pendientes de cómo mi madre lo masticaba y saboreaba nadie pudo decir ni pio.

De hecho, no sabíamos ni que decir.

De repente vimos en su cara, unos gestos de extrañeza al masticar algo con sabor distinto al pan, y que se movía en su boca.

Nos hizo romper todos en una carcajada con cara de asco.

Cuando se lo explicamos, como es natural se enfado muchísimo, por no avisarla de lo que había ocurrido en el momento, pero fue muy rápido e inesperado y nadie reacciono a tiempo.

Todos nos quedamos esperando haber que pasaba y que decía.

El vestido de comunión de Carol, se lo hicimos entre Ana y yo, ella le hizo todos los bordados en color rosa y una cenefa ancha remataba toda la parte del final de la falda y una marinera que salía del cuello toda bordada en el borde, yo le confeccione el vestido.

También la hice una rebeca de lana en rosa y blanco, teniendo en cuenta que en Galicia siempre hay que llevar una Rebequita de manga larga.

 

Los padres de Andrés con Andresito y Carol

 

 

Creo que con su pelo tan largo, rubio y el vestido tan bonito era la más guapa, aunque todas las niñas a esa edad y vestidas de comunión parecen preciosas muñequitas.

Era evidente que el vestido de Carol era distinto, resultaba más artesanal y se salía de los típicos vestidos de comunión.

Lógicamente a la comunión también vino toda la familia y amigos, sobre todo los abuelos que de nuevo se juntaron todos para el evento.

Para entonces Andresito ya tenía un año y casi andaba, además seguía estando muy gordito y era muy gracioso, empezaba a decir muchas cosas, entre gallego castellano y lo que podía.

Era evidente que Amalia le cuidaba y alimentaba muy bien.