Capitulo veinticuatro

 

FALLECIMIENTO DE MI PADRE EN BENIDORM

 

Al principio del verano volvieron mis padres con la caravana a Vivero, en esos días Carol tenia las vacaciones de verano y nos convencieron para llevársela con ellos de vacaciones.

Primero se fueron unos días a la Toja de camping, al parecer les gustaba mucho esa zona.

Días después salían para Benidorm donde pasaron el mes de Agosto y a primeros de Septiembre nosotros cogimos las vacaciones y con Andresito nos fuimos a pasar unos días con ellos de Camping a Benidorm.

Las vacaciones se presentaban muy agradables todos juntos. Andresito para entonces tenía unos dos años, mi padre disfrutaba y jugaba mucho con él, solía tener mucha paciencia con los niños.

Recuerdo que siempre que se ponía a llorar el niño, se lo llevaba a pasear con la sillita explicándole cosas por el camino, que seguro el niño no entendía pero le miraba muy interesado y así dejaba de llorar.

Podíamos salir algunas noches Andrés y yo por Benidorm tranquilamente, que mis padres se quedaban encantados con los niños.

El plan era perfecto, por la mañana playita, comida en el camping, siestecita, por la tarde piscina y por la noche marcheta.

Parece que a veces antes de una tragedia Dios nos prepara unos días de felicidad para disfrutar y despedirnos de las personas que tanto queremos.

Siempre me he preocupado bastante cuando se me derramaba el aceite o la sal.

La gente siempre ha comentado que eran supersticiones tontas, pero la verdad, es que en la mañana del día que falleció mi padre, se me derramo un paquete de sal entero que reventó al caer al suelo desde lo alto de la puerta de la caravana y se esparció por todo el avance.

Me quede muy preocupada por las consecuencias que no tardaron en manifestarse.

Después del contratiempo y sin darle demasiada importancia al haber derramado la sal, nos fuimos a la playa.

De vuelta pasamos por la piscina para ducharnos y refrescarnos antes de comer como solíamos hacer casi todos los días.

Ese día mi padre estuvo comentando, algunas cosas referentes a la caravana con el responsable del mantenimiento de la piscina.

No sabía cómo limpiar unas pequeñas algas en los tubitos de plástico para la entrada de agua del depósito a los grifos y las duchas de la caravana.

Al parecer le comento que podía limpiarlos poniendo en los tubitos de entrada una botella de agua fuerte y abriera los grifos dentro de la caravana, al bombear el agua fuerte por los tubitos se limpiarían de algas verdecitas, que se formaban con la luz y el calor.

Después de comer y con un calor horrible por estar la caravana en pleno sol, se puso a limpiar los dichosos tubitos haciendo salir por ellos el agua fuerte, con toda su peste y al sumarse a la falta de oxigeno que había por el calor se creó en la caravana un ambiente insoportable de calor y olor.

Salió de la caravana mareado y pidiendo a Andrés, le llevara a urgencias por que se encontraba muy mal.

 

Ultima foto que nos hicimos con mi padre en la piscina de

Benidorm

 

Le ayude a ponerse los calcetines por qué no atinaba y me miro con ojos de miedo y preocupación.

Perdimos mucho tiempo en que se vistiera, porque estaba en bañador, cuando lo que tenía que haber hecho, era salir corriendo, pero creo que ya empezaba a no coordinar bien.

Andrés y el salieron hacia urgencias y yo me quede mirando cómo se alejaban con el coche, con una extraña sensación de que algo grave, estaba ocurriendo.

Como a unos cien metros, se paró el coche y mi padre salió, de pie se apoyo en el techo con la puerta abierta.

Estuve tentada de salir corriendo y preguntar que ocurría, pero enseguida entro de nuevo en el coche y arranco otra vez.

Al parecer mi padre dijo a Andrés para un momento y salió a coger aire, al subir de nuevo al coche le dijo “corre que me estoy muriendo.”

Andrés salió todo lo rápido que pudo y como no sabía llegar a urgencias, paro junto al primer policía que encontró y le hizo subir al coche para que le indicara el camino más rápido y directo.

En pocos minutos llegaron a un ambulatorio y llamaron a un medico que salió enseguida a los gritos de Andrés.

Cuando atendió a mi padre en el mismo coche, salió para comentar “este hombre ya viene muerto”.

Dice Andrés que ese fue el momento más triste y doloroso que ha vivido en su vida.

No me extraña nada, siempre decía que, quería a mi padre como si también fuera suyo y creo que mi padre sentía lo mismo por él.

Yo también estoy recordando esos momentos con una gran tristeza.

Un par de horas después Andrés regreso al camping solo y lo primero que pensamos era que se había quedado en observación, hasta que le mire a la cara y me di cuenta que algo muy grave había pasado.

No sabía ni cómo empezar a contárnoslo.

Medio llorando y desencajado consiguió contarnos que llego muerto al ambulatorio, pero yo no le creía e insistía en que me llevara a ver si era cierto. No lo conseguí.

Andrés nos explico que le tenían que preparar para salir al día siguiente hacia Alcalá, para enterrarle allí, además de necesitar muchos papeles y permisos para poder pasar por las provincias y pueblos.

Lógicamente la noche fue horrible, los niños se los habían llevado a cenar y dormir unos vecinos para que no nos vieran llorar tan desesperadamente.

Hicimos planes en los que mi madre se vendría a vivir con nosotros a Vivero.

La casa era lo suficientemente grande para que ella tuviera su habitación.

Cuando amaneció ya teníamos las cosas un poco ordenadas dentro de la tragedia y empezamos a recoger lo que pudimos, preparándonos para el triste viaje de vuelta.

Alrededor de medio día y detrás del coche fúnebre, donde llevaban a mi padre salimos de regreso para Alcalá.

Todo el viaje fue muy triste, pero la llegada y entierro lo fue aun más.

Durante la noche, desde el camping, avisamos como pudimos a la familia, que tenia teléfono.

Al parecer los cementerios cierran a las ocho de la noche y nosotros llegamos pasadas las nueve.

Gracias a la insistencia de toda la familia que nos estaba esperando, en la puerta del cementerio, habían convencido al guarda para que no cerrara, de lo contrario no se qué habría ocurrido, pues el conductor del coche tenía que salir de regreso para Benidorm esa misma noche.

Por fin llegamos y enterraron a mi padre de noche y con velas, no podía ser más triste de lo que ya era.

Mi madre los niños y yo nos quedamos en la puerta de entrada, con algún familiar que se quedo acompañándonos, no nos dejaron entrar y creo que no lo habría soportado.

Cuando terminaron nos fuimos a casa de mis padres a terminar de pasar la noche.

Al día siguiente y desde muy temprano empezó un desfile de gente por la casa para darnos el pésame.

Yo no tenía ganas de ver a nadie y me pase casi toda la mañana en la cama, mientras oía a mi madre contar lo ocurrido una y otra vez, mientras lloraba.

Andrés me comento que había hablado con mi primo Enrique y salían de nuevo para Benidorm en tren a recoger el avance, la caravana y el coche de mi padre para traerlo de regreso a Alcalá y así lo hicieron.

Por el camino de vuelta, se estropearon los frenos del coche y los tuvieron que arreglar entre los dos en medio de la carretera, para poder seguir el viaje y por fin llegaron de vuelta a Alcalá.

La cosa en Alcalá seguía como el día anterior, seguía viniendo familia y amigos para hacernos compañía.

Cuando llegaron con la caravana la dejaron aparcada cerca de casa.

Mi madre empezó a subir algunas de las cosas que había en ella de las que se habían llevado para las vacaciones.

Mi tía Pepita se encontraba en esos momentos en nuestra casa, con algún familiar más, yo me encontraba fatal y solo hacía que llorar en la cama, además de dar de comer a los niños.

Mi madre se dejaba influir mucho por mi tía y casi siempre negativamente e inadecuadamente, en lo referente a nosotros.

Lógicamente después de la paliza que llevaba Andrés en los dos días, cuando llego a casa y dejo el coche y caravana bien aparcados se sentó a descansar en el salón.

Mi madre y mi tía comenzaron a subir a casa la ropa y demás trastos de la caravana.

Al segundo viaje que hacia mi madre y tía Pepita, acarreando trastos se le encararon, a Andrés las dos diciéndole que no tenia vergüenza de verlas cargadas y no mover el culo para ayudarles a subir las cosas.

Andrés respondió, que no había prisa y ya lo subirían al día siguiente, pero al parecer mi tía había calentado tanto a mi madre, que empezó a insultarle de tal manera, que no me lo podía creer.

Me levante de la cama y no entendía lo que estaba pasando con mi madre y la manera de tratarnos.

Parecía otra persona, hasta el punto de que nos hecho de la casa y en menos de media hora estábamos en la calle sin saber dónde ir, con dos niños pequeños y un día antes del funeral y misa de mi padre.

Fuimos a casa de mi tíos Tomás y Maruja, después de explicarles lo que había ocurrido. Al principio no se lo creían, pero lógicamente nos acogieron con el cariño y calor familiar que siempre nos hemos tenido.

Allí nos quedamos hasta el día siguiente que después de la misa, a la cual también vino mi madre con sus hermanas y que no nos dirigieron ni una palabra, volvimos a nuestra casa en Vivero.

Con los años comprendí que en esos momentos lo que mi madre no pudo soportar era la idea de tener que venir a vivir con nosotros, prefería quedarse con su familia y hermanos y no supo hacerlo de otra manera, sin pensar el daño que nos hizo al crear esa situación.

Mi regreso a Vivero fue de lo más triste en muchas ocasiones sentía morirme de pena, pero allí estaban Carolinita, Andresito y mi maridito para alegrarme los días tristes, además de mis tiendas que cada día funcionaban mejor, los equipos de baloncesto también me distraían mucho.

Con tanta movida y mimitos de unos y otros, un día después de hacerme las pruebas oportunas descubrí que de nuevo estaba embarazada y me puse muy contenta porque sabía que sería un niño para llamarle Alfonso como mi padre. Además también tendría el pelo negro y rizado como él, de las cuatro cosas acerté en tres, lo del pelo negro se quedo en rubio.

Teniendo en cuenta lo grandes que habían sido mis anteriores niños el médico me puso a dieta para que no engordara tanto y el niño no fuera tan grande como Andresito con sus cuatro kilos y medio.

La verdad en Galicia es un poco difícil ponerse a dieta, además Amalia seguía cuidándonos mucho y nos hacia unas comiditas que la decía su madre, típicas de la zona.

Gracias al embarazo pude superar un poco mejor la falta de mi padre, reconozco que tenia pasión por el y creo que me enamore de mi marido por que se parecía un poco a mi padre, al menos eso nos decía la gente.

Seguí entrenando los equipos pero ya no jugaba con ellas, hacía de árbitro en los partidillos.