Capitulo veinticinco

 

EMBARAZO Y PARTO DE MI HIJO ALFONSO

 

 

Teníamos la vida muy bien organizada y contábamos con Amalia que se ocupaba de los niños y arreglaba un poco la casa, ayudada por una señora por horas.

Al cabo de unos meses mi madre nos hizo una visita de vacaciones de Navidad y luego para el verano también vino de vacaciones, aunque estaba jubilada, la gustaba viajar cuando todo el mundo lo hacía, navidad, vacaciones y semana Santa.

Andrés seguía estudiando y a menudo tenía que ir a examinarse a Coruña, en las vacaciones aprovechaba para ir a hacer las practicas en Madrid, con lo cual solían ser un poco incomodas para mí, que solía pasarlas sola con los niños, la mayoría de los viajes los solíamos hacer llevándonos Amalia con nosotros, menos cuando solo visitábamos a la familia.La gustaba mucho venirse de viaje con nosotros, de esa manera conocía sitios fuera de Galicia.

Ese año recuerdo que nos invito a pasar unos días en Segur de Calafell la tía Nuria y Rosa Mari, lo pasamos muy bien esos días y se portaron de maravilla con nosotros, teniendo en cuenta que además los niños eran pequeños y siempre es una lata cuando los peques invaden una casa, pero la verdad nos trataron con mucha paciencia y cariño fueron unos días de vacaciones muy agradables.

Esperábamos el tercer parto para el mes de Octubre aproximadamente y decidimos pasar unos días más de vacaciones en Calafell, desde Vivero reserve un apartamento en un Hotel casi en primera línea, mi madre se animo y vino con nosotros, Amalia se quedo de vacaciones en su casa, los padres de Andrés pasaban el verano en la Atalaya. Estaríamos cerca pero ya éramos muchos y no podíamos alojarnos en su casa, además yo estaba ya muy gordita y prefería estar mas cómoda en la playa y el Hotel con piscina, además la carretera tenía demasiadas curvas hasta llegar al chalet y siempre llegaba muy mareada.

Andrés solía ir con Carolinita a casa de sus padres en la Atalaya Mediterránea para pasar el día con sus padres, Andresito como era pequeño se quedaba con nosotras. Uno de esos días que desde por la mañana se habían marchado a pasarlo en el chalet, mi madre empezó a comentarme que había vendido el coche y la caravana, con el dinero había pensado comprar un estudio en Benidorm y me lo contaba, porque pensaba ponerlo a nombre de las dos y también seria mío, yo la respondí que no tenía ningún interés de volver a Benidorm y recordar la pesadilla que habíamos vivido unos meses antes y no entendía como ella quería volver.

Recordando los días terribles con la muerte de mi padre, empecé a convencerla de comprarlo en Calafell mejor que Benidorm. Nos vestimos cogimos el carrito con el niño y nos fuimos a mirar estudios, que estuvieran a la venta en la zona.

Después de visitar varias inmobiliarias las cuales nos enseñaron lo que tenían en cartera, no vimos nada interesante que nos gustara y seguimos dando un paseo con mi tripita y niño en cochecito, De casualidad pasamos por la puerta de una oficina que no habíamos visitado, entramos y nos informaron. Eran los mismos constructores los comerciales que informaban y vendían, nos llevaron a la obra la cual estaba a medio construir, subimos por las escaleras de obra cuatro o cinco pisos y no me caí de milagro. Nos enseñaron como serian los estudios y las vistas que eran preciosas.

Bajando por la escalera pasamos por el piso piloto en la primera planta para enseñarnos los remates y terminaciones. Cuando salimos de allí, lo hicimos tan encantadas, que nos dirigimos con ellos de nuevo a la oficina de ventas para dejar una paga y señal reservando el mismo piso piloto que nos habían enseñado, mientras nos preparaban los papeles mi madre y yo fuimos al banco a buscar el dinero de la reserva.

Andrés volvió por la tarde como siempre, no sabíamos cómo darle la noticia de que en un rato que había estado fuera habíamos comprado un piso.

Salimos como siempre a dar un paseo y poco a poco nos fuimos acercando a la plaza donde estaba la obra, casualmente aun estaban trabajando y nos fuimos acercando disimuladamente, de pronto salió el encargado que sabia nuestra reserva y nos pregunto si queríamos enseñar el piso al señor, Andrés no entendía nada y se negaba a subir, le convencí diciéndole que mi madre lo había mirado para ella.

La visita fue muy rápida y de muy mala gana por parte de él, aunque lo peor fue cuando se entero que ya habíamos dado una señal para la reserva y que yo estaba incluida en el atropello. Al día siguiente, a primera hora, Andrés salió y fue a una Caixa que éramos clientes y pregunto para hablar con el director, cuando le recibió le comento lo que habíamos hecho y quería que le informara de la seriedad de esa empresa constructora, el director se quedo mirándole y le dijo que él no era la mejor persona para informarle, puesto que la empresa constructora era de su suegro pero podía decirle que era muy formal y solvente.

Cuando decidimos comprarle, hicimos cálculos para pagar la hipoteca entre mi madre y yo, además teníamos la intención de entregarlo en una agencia para alquilarlo algunos meses de los que no le utilizáramos.

Andrés me dejo muy claro desde el principio y de una manera demasiado tajante, que no pensaba poner ni una sola peseta en el piso, lo cual me resulto bastante particular y chocante teniendo en cuenta que habíamos decidido comprarlo en aquella zona para estar cerca de su familia en vacaciones.

La reacción de sus padres cuando se enteraron, también fue de lo más negativa, cosa que tampoco entendimos mi madre y yo, nos reprocharon en grupo unido, desde la mala inversión hasta el peligro de comprar sin pagar al contado y hacer hipoteca para pagar en intereses una cantidad enorme de dinero, en pocos minutos nos habían calculado los millones que pagaríamos, en intereses, por no pagarlo al contado, tuvimos mucha moral y confianza en nosotras para no venirnos abajo y renunciar a lo que habíamos iniciado.

Terminamos las vacaciones y nos fuimos a despedir de ellos, nos lo pusieron aun peor, pero mi madre y yo estábamos muy contentas de lo que habíamos hecho, sobre todo yo, que ya no estaría obligada a pasar las vacaciones en familia, con esa sensación de que los niños siempre están molestando.

Pocos meses después nos llamaron para escriturar, vinimos mi madre y yo. Buscamos una buena agencia para que lo alquilara y quedamos que lo harían, en verano los meses que nosotros no viniéramos de vacaciones y los meses de invierno también a profesores o similar, de todo ello se ocuparía la agencia, además de la limpieza. Con los ingresos pudimos pagar la hipoteca y todos los gastos que se ocasionaban, además solía sobrarnos algo de dinero, pero lo más importante es que teníamos un sitio muy agradable donde venir de vacaciones, cuando queríamos sin molestar a nadie y sin que nos costara una peseta.

Se acercaba la fecha del parto de mi tercer hijo, del cual con bastante control, para no engordar demasiado, cada vez que pasaba la revisión médica me decía el médico que tuviera mucho cuidado, porque el niño era muy grande, aun así, al final había engordado unos quince kilos, recordemos que hacer régimen es muy difícil en Galicia.

Mi madre desde que volvimos de vacaciones, ya se instalo con nosotros en Vivero hasta que naciera el bebe, aunque faltaban casi dos meses, realmente con Amalia en casa estábamos de maravilla, vivíamos como marquesas. Los comercios los llevaban Ana y su hermana Lucia, yo solía ir de dando un paseo y cuando me necesitaban.

Un jueves que había pasado muy mala noche le dije a Andrés que me llevara a Lugo, era donde teníamos que ir para los partos en hospital.

Llegamos y me ingresaron en dilatación, después de controlar como estaba dilatando, me dijeron que la cosa venia lenta y el niño muy grande con lo cual me pondrían un goteo de dilatación para acelerar las contracciones y el cinturón con el monitor para escuchar los latidos y así iría más rápido aunque más doloroso.

Lo que tenía que ser más rápido resulto mucho más doloroso y con las contracciones cada cinco o diez minutos pase todo el jueves, viernes y sábado. Lloraba gritaba y me quería morir, pedía a mi padre continuamente que me llevara con él. Fue lo más horrible que he pasado en mi vida, en esos tres días solo me dieron agua y tampoco sabía nada de Andrés, ni podía entrar a verme ni sabía si estaba allí, no me daban ninguna información.

En la madrugada del Sábado al Domingo, cuando cambio el turno de médicos, el que entraba de turno, al pasar por delante de mi habitación, cuando yo me encontraba chillando, pregunto a la enfermera ¿que le ocurre a esta señora, porque chilla tanto? y aunque me tenían con la puerta cerrada la oí perfectamente decir, que era un parto muy lento y aunque era mi tercer hijo parecía una primeriza de lo que chillaba.

Se abrió la puerta y entro el médico seguido de la enfermera en cuestión, retiro la sabana y de pronto puso una cara de susto al comprobar que estaba llena de sangre y a punto de parir en la cama yo sola, de lo cual yo no tenía ni idea, con el monitor puesto no me podía ni mover. Todo el mundo se puso en marcha y yo seguía llorando y gritando, me decían que tenía que ir al paritorio, a lo que yo me negaba rotundamente agarrándome con las dos manos a las barras de la cama.

El médico me soltó las manos de la cama y me tranquilizo diciéndome que me había desgarrado hasta el ano y me tenían que poner muchos puntos exteriores e interiores y no me los podían poner en la cama, el resto del parto mejor no recordarlo. El niño peso cinco kilos, me pusieron más de veinte puntos y también había nacido como sus hermanos en la madrugada del Domingo.

Por fin me llevaron a mi habitación y me pusieron un calmante, cuando estaba medio dormida después de tres horribles días. Se abrió la puerta y entro el médico, me dijo que habían estado preguntando si había algún familiar y no habían encontrado a nadie, cosa que no me extraño en absoluto, sabía que estarían todos durmiendo tan tranquilos. Me pregunto si teníamos antecedentes de diabéticos en la familia, por que el niño había nacido con problemas de glucosa en la sangre.

El susto fue proporcional a la pregunta y mientras me ponía a llorar del susto, le dije que en mi familia no, pero no sabía en la de mi marido, además no sabía ni donde estaba, pero creía que estaría en nuestra casa, salió a llamarle para informarse y de nuevo me quede asustadísima y llorando.

Como una hora después volvió y me dijo que había hablado con mi marido, confirmándome que estaba en nuestra casa durmiendo y tampoco tenia antecedentes, con lo cual el problema había surgido por ser demasiado grande al nacer. Le pusieron en el nido con los prematuros, para ponerle una botella de suero con glucosa.

A las pocas horas llego toda la familia de Vivero a conocer al nuevo miembro de la familia y cuando fueron a verle en el nido, detrás del cristal donde todos eran prematuros y no solían llegar a los dos kilos, vieron a toda la gente mirando al súper Alfonsito con sus cinco kilos y encima un poco hinchadito por estar recién nacido. No le serbia la ropa de recién y le tuvimos que poner ropa de niños de varios meses.

La recuperación en el hospital fue mucho más dolorosa y larga que con los anteriores, tenía muchos más puntos y además eran por rasgarme y no cortados con bisturí. Me costaba muchísimo poder andar y sentarme. No me darían de alta en menos de una semana, ya se lo habían dicho a Andrés cuando vinieron a conocer al niño Alfonso.

A media semana de mi estancia en el hospital, entra una enfermera para decirme que tenía una llamada de teléfono y tenía que ir para hablar, al cuarto de enfermeras, que estaba al final del pasillo, muy extrañada y preocupada de que hubiera ocurrido algo en casa, o en el comercio, me levante, puse la bata y recorrí el largo y doloroso pasillo, llegue sudando del largo y doloroso paseo, me tiraban y dolían todos los puntos. Cuando por fin respondí a la llamada, era mi madre, que se interesaba por mi recuperación y cuando la dije que estaba mejor y deseando volver a casa, ella me comento que había decidido aprovechar el viaje de Andrés a Lugo para buscarme, para que la llevara a ella a la estación para coger el tren y marcharse para Alcalá, llevaba mucho tiempo en Vivero y ya tenía ganas de volver a su casa. Me quede asombrada de lo que estaba escuchando y le dije, que no entendía como había estado tanto tiempo antes del parto y ahora que la necesitaba, al volver a casa se marchaba de nuevo, respondió que le había llamado su hermano Julio preocupado porque le tenían que operar de una hernia y le daba mucho miedo, y yo tenía a Amalia que me cuidaría perfectamente, colgué el teléfono por que con las ganas de llorar no podía ni seguir hablando con ella y me volví por todo el doloroso pasillo a mi cama, nunca he entendido estas decisiones de mi madre, que siempre mi hicieron muchísimo daño.

El sábado vino Andrés a buscarme, después de dejar a mi madre en la estación, no quiso venir a verme, por miedo a perder el tren de Madrid y no la volví a ver hasta casi tres meses después, que vino a pasarla la navidad con nosotros.

Durante el embarazo Andresito siempre decía que no quería un hermano Gallego, porque sería como todos los Gallegos, gordo y colorado. Cuando llegamos a casa con el niño nuevo, tan hermoso y con esa carita tan gordita que tenia, lo primero que hizo Andresito fue mirarle y decirme ves como tenia razón es muy gordo y enseguida se pondrá también colorado como los gallegos, nos hizo muchísima gracia, porque en lo gordito, tenía toda la razón.

Al llegar a Vivero Andrés se fue para inscribirle, en el registro, vino todo sonriente y me conto que cuando estaban tomando los datos, sonrieron comentándole, la casualidad de que hubiera nacido precisamente en el mismo día y mes, que nos casamos, con la movida ni nos habíamos fijado en ello.

Un par de meses después ya pesaba casi ocho kilos y Amalia apenas podía con él.

Como en los anteriores partos los primeros meses le crie con leche materna, pero como era muy tragón, pronto le empezamos a dar algunos biberones, como refuerzo por las noches.

Unos meses después estábamos preparando el bautizo y en esta ocasión los padrinos serian mi Hija Carolina y mi primo Miguel Ángel.

 

En la boda de Miguel Ángel y Covi

 

Después del problema con el escalón del tío Dámaso había hablado con el por teléfono y habíamos terminado muy enfadados, ellos ya se habían vuelto a vivir a Alcalá, pero su hijo Miguel Ángel tenia novia y se quedo a vivir en Cillero, hasta que se casara con ella, como sus padres se habían marchado, y ya no estaba mi tío por medio, la relación con mi primo fue más cercana, era el único familiar que tenía en la zona, además siempre hemos tenido mucho cariño, a él, a su madre y sus hermanos. Me gustaba cuando desfilaba con mi ropa en los desfiles que hacíamos. Por la buena relación que teníamos, fue el padrino de mi hijo Alfonso. Poco tiempo después se caso con su novia Covi y fuimos todos a su boda.