Capitulo quinto
PELUQUERIA DE SEÑORAS EN LEGANES
Fuimos a visitar a unos familiares de mi madre a Leganés. Era un hermano de mi abuelo que también era guardia municipal, tenia varios hijos y nietos, fueron muy agradables y acogedores, hasta el punto que mi madre se animo a montar una peluquería de Sras.
Nos animaron y ayudaron mucho, toda la familia llevaba muchos años viviendo allí.
A la derecha tío Joaquín en Leganés
Alquilamos un local con una pequeña vivienda, pero muy cómodo y céntrico, además estaba enfrente de la casa de tío Joaquín, al parecer ellos llevaban muchos años viviendo allí y conocían a casi todo el pueblo.
El tío Joaquín era guardia municipal y uno de los primos era concejal del ayuntamiento, resulto muy fácil y rápido, preparar los papeles para abrir la peluquería.
Solíamos ir y venir todos los días a Madrid en el autobús de línea, cuando había mucho trabajo en la peluquería, era mi padre el que venía a Leganés, a pasar la noche.
Yo tenía unos diez años, mi madre decidió de nuevo, que dejara de ir al colegio para ayudarla en la peluquería y que solo fuera a clases de repaso por la tarde noche.
No me servía de mucho, era evidente que no tenía demasiada base, además entre viajes a Madrid, ayudar a mi madre en la peluquería y otras cosas, solía faltar mucho a esas clases también y cuando iba cansada, me dormía fácilmente.
Así pasaron unos tres años. Aprendí todo lo que mi madre hacia en la peluquería, desde lavar cabezas, tintes permanentes, uñas. Tenía una banqueta para poder llegar a las cabezas. Mi record estuvo en once permanentes completas en un día. Fueron unos años de mucho trabajo para todos.
Con mis padres en la peluquería de Leganés.
Con los beneficios de estos años, mis padres decidieron poner una tienda de comestibles en la fachada de nuestra parte de la vivienda en Madrid.
Mi madre busco otra chica para ayudarla en la peluquería, y a mí me puso para atender la tienda, con la ayuda de mi padre, si me hacía falta y pase de peluquera a tendera.
Los años siguientes fueron muy agradables para mí.
Tenía una amiga en el edificio de enfrente tercero centro, que se llamaba Aurorin y nos hicimos muy amigas.
Nos queríamos mucho, en muchas ocasiones comía en su casa y ella venia para hacerme compañía al comercio.
Yo la admiraba mucho y aprendí mucho con ella, hablaba dos, o tres idiomas.
Al parecer su familia, tenían algo que ver con la monarquía, aunque según mis padres lo tenían que llevar muy en secreto.
Cuando ella estaba en el colé, yo en el comercio, cuando salía venia a hacer los deberes, al comercio conmigo y me explicaba lo que en ese día le habían explicado en el colegio.
Aprendí mucho con ella, en esos pocos años de lo que aprendí en tiempo que pude ir al colegio, hacía de profesora y hasta me ponía tareas para el día siguiente, que yo solía hacer mientras estaba en la tienda.
En los años siguientes pregunte a mis padres, en muchas ocasiones; porque razón, en mi infancia, no me dejaron, ir al colegio durante más tiempo, como la mayoría de los niños de mi edad y mi padre me contestaba; que ya lo habían intentado, en varias ocasiones pero yo no serbia para estudiar.
Es algo que con los años, he reconocido que no tenían razón, incluso he llegado a reprochárselo, en alguna ocasión, pero no lo llegaron a entender nunca y decían que en esos años no todos los niños podían ir al colegio y muchos tenían que ayudar a sus padres.
Un día de repente, la familia de Aurorin se tenía que mudar a vivir a otro sitio en poco tiempo y pusieron su piso en venta, hablaron con mis padres, por si lo querían comprar.
A mí me contaron poca cosa, pero mis padres les compraron el piso y como no lo necesitábamos, lo alquilaron a un matrimonio para que nos ayudaran a pagarlo.
Recuerdo que aunque me gustaba mucho este piso nunca pude vivir en el siempre estaba alquilado y al final lo vendieron ellos también.
Con la familia en la boda de la tía Paquita con Antonio
Los tíos y las tías se fueron casando.
Las bodas de Alcalá siempre se celebraban en casa de los abuelos, la casa era muy grande y tenía un gran salón en el primer piso, con dos balcones a la calle, donde cabía mucha gente, allí se hacia el baile.
La comida se hacía y se servía, en el patio interior o jardín de la planta baja.
También había una gran huerta detrás de la casa, muy cuidada por mi abuelo, dónde podías encontrar de todas las verduras de cada temporada y muchos árboles frutales.
La tía Paquita se caso con Antonio, un chico de Daimiel (Ciudad Real) y nada mas casarse se fueron a vivir a su pueblo, que era donde el tenia su trabajo de representante, de alimentación y durante mucho tiempo, no los vimos más, hasta la próxima boda de otro de los tíos.
En Alcalá en la boda de alguno de la tía Paquita y Antonio,Con mis padres familia y amigos
En Alcalá mi tío Julio también tenía una tienda de comestibles, que evidentemente funcionaba mejor que la mía en Madrid, además de que aprovechaba para vender frutas y verduras cultivadas por mi abuelo en el huerto, y decía la gente que todo lo que cosechaba estaba riquísimo y muy fresco, porque solía estar recién cogido.
Recuerdo cuando había lechugas sembradas, tan tiernas, cogía las arrancaba, las lavaba en la fuente del pozo, que salía un agua muy fría y me la comías, tenían un sabor riquísimo y los tomates, también tenían un sabor especial.
Así pasamos unos años más entre la familia de Madrid y Alcalá.
La tía Rosa llevaba varios años casada con el tío Pepe, algunas veces me llevaba a su casa, vivía en Madrid cerca de nuestra casa, ellos no tenían hijos y nunca los tuvieron, pero con los años Dios les dio muchos sobrinos a los que querían mucho.
Poco tiempo después la tía Amparo también se caso con Isidro, y también se quedo a vivir en Madrid, en la zona de Tirso de Molina y con los años tuvieron cuatro hijos, tres chicos y una chica.
Mi padre se compro otra moto BMV, esta sería con sidecar, era de subasta de material de guerra Alemán, estaba casi nueva y muy cuidada, toda restaurada muy cómoda y bonita, toda en negro, con muchos adornos.
Los domingos salíamos de excursión muchas veces en moto, mi madre en el sidecar y yo detrás de mi padre. Solíamos ir en verano al río de Alcalá para bañarnos con los tíos y otros domingos nos quedábamos en Madrid y nos íbamos a pasar el día al Parque Sindical, que había unas piscinas y unas instalaciones muy cómodas y agradables.
En el río de Alcalá, con mis padres
Un domingo de verano que hacía mucho calor, fuimos a Alcalá y llevamos la moto carro para ir con la familia al río Henares, en un par de viajes mi padre llevaba a toda la familia, la comida y todos los trastos.
Estábamos casi todos, incluso los abuelos, las novias y mujeres de los tíos y creo que algunos amigos también.
Por la tarde, a la hora de la siesta, después de un día de juegos, baños y una buena comida con el calor nos habíamos quedado sin agua y sin líquidos y todos teníamos mucha sed. De repente se nublo el cielo y todos esperaban poder coger agua de lluvia, pero empezó a caer granizo en cantidad y muy gordo.
Todos corrimos y nos metimos debajo de los árboles.
Mi padre estaba sentado y apoyado en un árbol, vino el tío Tomás y se tumbo a su lado, cuando estaba medio dormido, con los ojos cerrados y con la cabeza muy cerca de mi padre.
Mi padre empezó a coger bolitas de hielo y juntando unas cuantas, se las metía en la boca al tío Tomas que las masticaba y saboreaba dándole las gracias y abriendo la boca para que le metiera más, así lo hizo bastantes veces. Hasta que vimos al tío levantarse de un salto escupiendo asquerosamente y mi padre partiéndose de risa.
El suelo estaba lleno de cagaditas de cabra, y había cogido unas cuantas, mezclándolas con otras de hielo se las había metido en la boca y el tío las había masticado y saboreado, hasta que se dio cuenta y encima no tenía nada de líquido para enjuagarse la boca.
Recuerdo como nos reíamos todos y con los años, cada vez que lo recordábamos, nos hacía mucha gracia, menos a el.
Con mis padres en la piscina del Parque Sindical de Madrid
El abuelo Antonio cada día estaba peor, no se le entendía lo que decía y chillaba y lloraba mucho, debía de tener muchos dolores.
Solía quedarme muchas noches a dormir en casa de mis abuelos de Madrid, que estaban justo al lado nuestro. así mis padres se podían ir al cine, que siempre les ha gustaba mucho.
Dormía con mi abuela y me contaba cuentos hasta que me dormía.
Todo resultaba muy cómodo pues mis padres estaban al otro lado del pasillo, también solíamos comer con ellos ya que mi madre casi todos los días iba a Leganés a la peluquería.
La Seguridad Social en esos años no funcionaba y había unas sociedades, que al asociarte con ellos te daban un servicio médico primario.
Tuve un gran problema, de enfermedad por un mal diagnostico medico que me hicieron.
Me empecé a encontrar mal y me llevaron a un médico, de la sociedad que pagábamos.
Me diagnosticaron ganglios en los intestinos, que me curarían con calor producido por una lámpara de rayos ultravioletas e infrarrojos y empezaron a hacerme sesiones diarias.
Cada día me encontraba peor, ya casi no podía tenerme en pie y me tenían que llevar casi en brazos, al no poder ni andar de dolor de tripas que tenia.
Empecé a tener también mucha fiebre y ya casi ni comía de los dolores tan grandes que tenia.
Una noche con mucha fiebre, me encontraba tan mal que fueron a buscar al médico y vino a verme a casa.
En unos minutos decidió que tenían que llamar a una ambulancia para llevarme a un hospital rápidamente.
Me llevaron al Gran Hospital de Madrid, después de un profundo reconocimiento, esa misma noche, comprobaron que tenía una Apendicitis casi Peritonitis, provocada por las radiaciones que me habían dado, siendo una Apendicitis desde un principio.
Como consecuencia, con tantas radiaciones, también me habían ocasionado una infección, en todo el intestino, incluido riñones, vesícula, hígado y demás.
Estuve ingresada casi mes y medio en el hospital, sin que me pudieran operar.
Durante más de un mes, me estuvieron curando la infección, haciéndome muy a menudo análisis y radiografías.
La primera radiografía que me hicieron de los riñones, se complico la cosa bastante, otra vez.
Después de tumbarme en la camilla, me inyectaron el contraste en vena, yo empecé a notar mucho calor por todo el cuerpo, al parecer perdí el conocimiento.
Me desperté dos días después en rehabilitación, con mis padres al lado con cara de susto.
Descubrieron que tenia alergia al contraste y no lo sabíamos, sumando esto a lo mal que me encontraba, estuve dos días casi en coma.
Pasados casi dos meses, cuando por fin, me curaron la infección, me operaron del apéndice y a los pocos días para casa.
De nuevo al frente del negocio. Mi padre me ayudaba bastante en los comestibles, pero no había demasiado negocio, además con todo el tiempo que había estado cerrado, por mi enfermedad, muchas cosas se habían estropeado. No teníamos neveras con lo que las cosas se ponían en mal estado enseguida y había que tirarlas.
Decidimos empezar a liquidar para cerrar lo antes posible y cuando lo hicimos, tuvimos que pagar las deudas pendientes de las perdidas en mercancía.
Mi madre tenía seis hermanos y en estos años a menudo teníamos una boda.
En esta ocasión fue el tío Tomas el que se caso con Maruja y muy poco tiempo después se marcharían a Suiza para trabajar, con el resto de los hermanos.
La boda del tío Tomas y Maruja, con los tíos Salvador, Dámaso y esposas Magdalena y Tita
En España comenzó una crisis económica muy importante.
Los clientes de los muebles, eran principalmente tiendas de muebles, las cuales dejaron de pagar, unos devolvían los muebles y otros devolvían las letras, aunque ya hubieran vendido los muebles, pero no los pagaban.
Con las letras devueltas y las deudas, tanto en clientes como a proveedores. Las cosas se pusieron muy difíciles, se debían los préstamos de la obra, las maquinas del taller.
Mis padres empezaron a tener muchos problemas económicos, tenían que pagar el piso que habían comprado a los padres de Aurorin, además de todos los demás prestamos, para comprar las maquinas y materiales del taller,
Lo único que funcionaba cada vez mejor era la peluquería de mi madre, pero los ingresos no podían cubrir todos los pagos pendientes y corríamos el riesgo de que nos embargaran alguna de las cosas o tal vez todas, incluso las viviendas nuestras y la de los abuelos, ya que estaban hipotecadas para hacer parte de las obras.
Tenían que tomar una decisión lo antes posible y un día surgió la solución.
Como muchas otras personas tendríamos que emigrar al extranjero, para que de esa manera trabajando mis padres pudieran hacer frente a los pagos del banco.
Por otro lado mis tíos en Alcalá, tampoco tenían demasiado trabajo y también empezaron a marcharse a Suiza para trabajar.