Capitulo sexto

LA MARCHA DE MIS PADRES A BELGICA

Mi tío paterno Juan, hacia pocos años había salido indultado de la cárcel, por ser preso político y al inicio de los sesenta le dejaron en libertad, y seguidamente se marchó a trabajar con su esposa Asunción a Bélgica.

Pocos años después ya en Bélgica, tuvieron una hija preciosa que pusieron de nombre Dioni, como mi abuela Dionisia.

Solían venir todos los años en verano de vacaciones.

Aquel año cuando llegaron, con un Volkswagen muy chulo, maquinas de fotografías, transistores, maquinas de afeitar y todas las tentaciones y regalos que se solían traer del extranjero a España.

Mis padres empezaron a ver la posible solución al problema que teníamos, económico tan agobiante.

Después de algunas conversaciones de mis padres, con mis tíos y estudiando el riesgo que corríamos de que nos embargaran la casa de los abuelos y el resto de cosas pendientes de terminar de pagar, decidieron que de nuevo tenían que ponerse en marcha para salir a trabajar al extranjero.

En pocos días traspasaron la peluquería de Leganés, alquilaron por muy poco dinero la tienda de comestibles, y se fueron con mi tío Juan y su esposa cuando regresaron a Bruselas, en el Volkswagen.

Yo me quede con mis abuelos de Alcalá, y con mi tío Julio que era el único que seguía soltero, aunque era el mayor de los cuatro hijos.

Todos decían que era un juerguista muy duro de pescar.

En esos años la tía Pepita estaba casada con el tío Miguel. Practicante y vivía en Port- Bou, la tía Paquita con el tío Antonio en Daimiel y los tíos Dámaso, Tomas y Salvador en Suiza, con sus esposas y todos trabajando.

Un par de semanas después de la partida de mis padres, hacia Bélgica, recibimos una llamada de mi madre, que nos decía; que estaban en Burgos todavía.

Habían tenido un grave accidente con el coche, el cual había quedado siniestro total.

A mí madre y los tíos los habían dado el alta en pocos días, pero mi padre había recibido un golpe muy fuerte en la cabeza y había estado muchos días inconsciente, y no podían seguir viaje hasta que no le dieran el alta.

Pocos días después, mis padres nos llamaron ya desde Bruselas. Tuvieron que seguir el viaje en autobús. El coche quedo siniestro total.

Al llegar a Bruselas se alojaron, en casa de la familia San Martín unos amigos de mis tíos y después serian muy amigos nuestros también.

El padre de esta familia, también había sido preso político y solían ayudar dando alojamiento a algunas personas que llegaban buscando trabajo. Aparte de alojamiento solían buscarles trabajo y les hacían de intérpretes, ya hacia barios años que Vivian en Bruselas y a parte de dominar el idioma sabían cómo buscar trabajo y luego a la hora de cobrarte algo, era imposible de pagarlos nada, te decían que lo hicieras cuando ya tuvieras trabajo e ingresos.

Mis padres enseguida encontraron trabajo.

Era obligatorio que durante un tiempo los emigrantes que entraran a Bélgica, lo hicieran en el servicio domestico, y así lo tuvieron que hacer ellos también, mi madre como cocinera y mi padre servía la mesa y arreglaba el jardín.

Con unas amigas, en el huerto de Alcalá

Realmente era la mejor manera de ahorrar, al no gastar ni en alquiler ni en la comida, casi todo lo que ganabas lo podías ahorrar y enseguida empezaron a pagar las deudas del banco.

Mi abuela y mi tío Antonio se ocupaban de cuidar de mi abuelo, hasta que mi tío también se caso con Maruja.

Mi tío Antonio se quedo a cargo del taller aunque ya habían tenido que despedir a todos los trabajadores, vendió las maquinas y todo lo que pudo para poderse marchar enseguida a trabajar al extranjero también. En pocos días se marcharon también a Suiza, donde estaban los hermanos de mi madre.

Tuvieron una hija, que la llamaron Begoña.

Curiosamente mi padre y sus dos hermanos tuvieron solo una hija y mi tía Amparito tuvo tres hijos y una hija, pero el apellido Aibar de nuestra familia creo que tendera a desaparecer.

Mi tío Salvador, se caso con magdalena, a los pocos meses se marcharon a vivir y trabajar también a Suiza. Unos años después nacería su primer hijo Carlos.

A los pocos meses de vivir con mis abuelos, maternos en Alcalá, la tía Paquita hablo con mi abuela y no sé por qué razón unos días después, salía con mi tío Julio hacia Daimiel, para quedarme a vivir con ellos.

Esto fue algo que yo nunca he sabido porque razón se realizo este cambio, al parecer ni mis padres estaban muy al corriente de ello.

Me costó bastante adaptarme al cambio de familia, apenas los conocía y con mis abuelos me encontraba muy a gusto.

Recuerdo despertarme muchas noches y pasar muchas horas llorando, cosa que nunca me había ocurrido viviendo con mis abuelos. Echaba de menos a mis padres y mis abuelos.

Mis tíos tenían un hijo de pocos años se llama Esteban, muy mimado, poco comilón, y muy caprichoso, el cual sabia que llorando conseguía lo que quería.

Mi estancia serviría para hacer de niñera, cuando lo necesitaran y ayudar a mi tía en las labores de la casa.

A los pocos días mi tía, descubrió mis cualidades como peluquera, y rápidamente improviso en el comedor, que prácticamente nunca utilizaban, un rincón como peluquería, con lava cabezas, espejo y todo lo necesario.

Hacia permanentes, tintes, cortes de pelo y peinaba, como no teníamos secador de pelo las mujeres se marchaban a su casa con los rulos, para secarse el pelo y venían por la tarde a peinarse, evidentemente de los ingresos yo nunca vi ni un duro, al parecer era para mí mantenimiento y alimentación.

Siempre he sido muy mañosa, servicial, y poco perezosa, pues desde muy pequeña he trabajado y no me importaba demasiado, me serbia de distracción. Pero no me encontraba a gusto, no sabía cuánto tiempo tendría que estar allí y eso no me hacía nada feliz.

Unos meses después, recibí una llamada telefónica de mis padres, medio llorando les comente que no me encontraba a gusto y quería volver con mis abuelos a Alcalá, mi madre no se lo podía creer, porque esas no eran las noticias que ella tenía, en pocos días, estaba mi tío Julio de nuevo en Daimiel para buscarme y llevarme de regreso a Alcalá

Los meses siguientes pasaron muy agradables, se me hicieron pocos y cortos, ayudando a mi tío Julio en la tienda, al abuelo en la huerta, y recibiendo cariños y mimitos de los abuelos.

También empecé asistir a unas clases particulares, la profesora era medio novia del tío Julio, con lo que también tenía un trato especial y cariñoso conmigo, pude comprobar que me gustaba muchísimo estudiar y no era tan difícil como me había resultado con los otros profesores anteriores.

Un constructor se puso en contacto con la familia de Madrid para comprar la casa y el taller junto con un terreno de al lado y construir un edificio de pisos y locales comerciales.

La oferta la encontraron muy interesante y aceptaron. Para entonces solo estaban los abuelos que se fueron a vivir a casa de la tía Amparito, mientras finalizaban las obras, pero como duraron mucho tiempo ya se quedaron a vivir con ellos.

Con la parte económica de la venta se pagaron las deudas y empezamos a vivir más tranquilos.

También les dieron un local comercial y un piso cuando terminaron el edificio, que luego alquilaron y vendieron.

En Alcalá empezamos a preparar los papeles y permisos para viajar con mis padres a Bruselas.

De nuevo tenía que separarme de mis abuelos y aunque seria para ir con mis padres, con mis abuelos y tío Julio me encontraba de maravilla, los echaría mucho de menos y recordaba a menudo con mucho cariño.

Por fin había llegado el día de la marcha. No recuerdo si fue el abuelo Julio quien me llevo a Madrid a coger el tren para Paris, que era mi primer destino.